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40 'I'ARSICIO DE AZCONA El proceso se continuó en la corte en la primavera de r 507; por no conocer sus actas, tenemos que basarnos solamente en la corres– pondencia de Pedro Mártir d'Anghiera 69 , amigo del arzobispo y del nuncio Juan Rufo, que quedó muy pronto convencido de la ino– cencia del arzobispo. Enviadas a Roma las actas, Julio II dió sen-– tencia completamente absolutoria a todo el asunto, siendo puestos en libertad sus familiares. No se conoce ni la fecha exacta ni el con– tenido de la intervención papal. El autor coetáneo de la Breve Suma dice que el lunes de letanías, quince días después de salidos sus fami– liares de la cárcel, se sintió enfermo el arzobispo. Dicho lunes de– letanías era el IO de mayo; por tanto la sentencia de Julio II fué eje– cutada antes del domingo 25 de abril; Talavera sobrevivió solamente hasta el viernes día I4 de mayo de I 507, día en que falleció santa– mente. Todas las personas sensatas, que conocían al arzobispo, vieron en este enojoso proceso de la Inquisición un secreto designio de Dios para purificar espiritualmente al santo arzobispo. No es necesario, deshacerse en imprecaciones contra el inquisidor Lucero o contra la condescendencia de Diego de Deza; en el siglo xvn se llegó a com– probar que los fautores de todo el proceso fueron algunos descon– tentos, a quienes en 1480 se les habían quitado los bienes enriqueños en la reintegración que Talavera llevó a cabo de los bienes usurpados. a la Corona. 9. - Este último incidente, tratado con una minuciosidad que no ha podido ser podada por la delicadeza del asunto, quizás ha des– viado un poco la atención del contenido del artículo. En la Iglesia española se consiguió antes de la revuelta luterana un tipo ideal de obispos, plasmado en admirables prelados y pregonado durante más de treinta años por Fernando de Talavera. Con esto no se quiere decir que la reforma del episcopado español estaba cumplida en tiem– po de los Reyes Católicos. Las turbulencias de ta segunda fase def gobierno de Fernando el Católico, la lucha intestina de tas Comuni– dades y un criterio menos exigente de Carlos V y de los consejeros flamencos en las provisiones provocaron un estancamiento en el ca– mino emprendido; y en la reforma social, lo mismo que en la per– sonal, el no progresar quiere decir perder terreno. Así se explica que en el decenio 1520-1530 y siguientes se oigan 00 P. M,\RTIR o'ANGHIERA, Opus Epistolar11m, epist. 328, 330, 334, 335, 342. 6o
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