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EL TIPO IDEAL DI,; OBISPO EN LA IGLESIA ESPAÑOLA 37 tanto el arzobispo ahogaba el dolor de la prueba entregándose a un ministerio pastoral mucho más intenso en medio de su grey. Obliga– do por sus deudos y amigos, se decidió a escribir directamente al papa Julio para exponerle, que desde niño había llevado en sus entra– ñas a Jesucristo y a pesar de su vida inocente, algunos envidiosos le habían infamado con falsos testimonios y calumnias, ensañándose con sus familiares, a los que los inquisidores habían sometido a tor– tura y vida durísima para sonsacarles cuanto querían. El arzobispo suplicaba igualmente que el Papa asumiese la causa y la encomendase a algunos obispos de España 62 • Julio II creyó seguramente cuanto le exponía Talavera, mas guardó una reserva diplomática; por el breve E:cponi nobis, de 30 de noviembre de I 5o6 encomendó a Juan Rufo, obispo de Bertinoro, que acababa de estrenar su nunciatura en España, que abriese información y asumiese el proceso, si resultaba verdad cuanto había expuesto el arzobispo 63 • Talavera se acordó muchas veces con nostalgia de la reina Isabel, que nunca habría permitido este proceso de los inquisidores. A falta de la Reina, quiso dirigirse al rey Fernando, voluntariamente des– terrado a sus posesiones de Italia, aflorando una queja amarga por haberle dejado en el momento de la prueba desamparado y en la estacada: Porque no sé cómo lo tengo tan metido en los huesos, que no lo ha tocado ni el agua ni el viento pasado, cansado y levantado contra mí y contra tantos y tales por negligencia de mi Rey y mi Señor, mi hijo y mi ángel el rey don Hernando: y digo por negligencia, porque no puedo acabar conmigo que por malicia, ni contra ningún extraño ni menos contra mí, aunque cuantos abren boca dicen lo contrario 64 • Mientras tanto en Castilla, la situación era delicadísima. El In– quisidor Lucero había creado con sus demasías a Diego de Deza un verdadero conflicto: su cargo de Inquisidor General se tambaleaba. Fué llamado por la reina doña Juana y por su Consejo a Toro, donde tuvo que dar cuenta de su actuación; de este careo con la Corte, salió Deza malparado, dejando en mano de ocho miembros del Consejo todos los procesos pendientes sobre los presos de Toro, Valladolid .. No se conoce la exposición orig. que remitió Talavera al Papa; mas todos estos detalles se conocen con seguridad por hailarse recogidos en la parte expo– sitiva del breve E:rponi nobis, nota siguiente. "" ASVat. Arm. 39, vol. 24, ff. 516 v-518 v. M PEDRO DE ALC. SuÁREZ, Vida de Remando de Talavera, pp. 274-276. 57

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