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EL 'UPO IDF:AL Df: OBISPO F;N LA IGLESIA ESP4ÑOLA 35· de la que luego hablaremos, insinúa genéticamente que era acusado de herejía y apostasía; el autor de la Breve Suma dice sencilla– mente que acusaron a la Inquisición que en casa del arzobispo había herejes que judaizaban. ¿ Qué herejía era la del arzobispo? Nadíe lo ha dicho nunca. En cambio, las suposiciones han germinado con profusión: que había impedido el establecimiento de la Inquisición, que trataba íntimamente con moros y judíos, que hacía los oficios divinos en lengua vu 1 gar, que traducía los himnos y oraciones al árabe, que era de linaje judío 119 • Era el primer caso que la Inquisición se enfrentaba en un pro– ceso contra un arzobispo; respetando su jerarquía, no echaron mano a su persona, mas se atrevieron a poner en prisión a su anciana her– mana, a su sobrino Francisco Herrera, deán de Granada, y a tres sobrinos y a otros criados y familiares. No podemos precisar la fecha exacta de estos acontecimientos, mas debió ser por la primavera de 15o6, como se puede conjeturar de los documentos desconocidos que ahora daremos a conocer. Los inquisidores de Córdoba no dieron estos golpes de mano sin consultarlo con el Inquisidor General Diego de Deza, arzobispo de Sevilla, y luego de los primeros interrogato– rios hicieron conocer a Fernando el Católico la incoación del pro– ceso. El Rey comprendió inmediatamente que este proceso le iba a res·ultar tan desagradable, como las cuestiones castellanas que gravi– taban aquellos días sobre su ánimo; en sus oídos se anunciaba con pesado martilleo el día próximo de su partida de España. De paso por Matilla escribía el día 9 de junio de I 506 a su em– bajador en Roma, Francisco de Rojas: Quanto a fo del arzobispo de Granada, para con vos, lo que dél se dice, confesiones son de sus mismas hermanas e parientes e criados e servidores, pero por buenos repectos e per que sería escandalizar mucho al pueblo de Granada, que son nuevamente convertidos de moro~ a la fe, ,si pensasen que en aquel que se tiene por tan buen christiano, hay error de fe, no se fable al presente en esto del arzobispo de Granada, antes esté sobreseído e callado fasta que otra cosa vos enviemos a mandar, e estad sobreáviso que agora estos "" No' se puede olvidar que uno de los escri,tos de Talávera· llevaba por título bnpugnación Católica, destinado a combattir a un judío de Sevilla. Hefele, Le cardinal Ximenes, p, 376, nota 1, rechaza la opinión de Lavergne según la cual la culpa principal de Talavera consistiría en esas traducciones ; esta opinión de Lavergne la encontramos muy razonable, después de leer en ALVAR GóMEZ, De rebus gestis, f. 32 v, la oposición de Cisneros · a esa práctica pastoral de Talavera, pues el franciscano deda que eso era arrojár «margaritas ad porcos>. 55
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