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26 TARSICIO Dlt AZCONA sejero y fué estimado por ella como el hombre providencial, susci– tado por Dios para ponerse al frente y redoblar la intensidad de la obra comenzada. Lo que el monje jerónimo sembró durante toda su vida con sus consejos callados y con su constancia indomable, ma– duró y rindió frutos abundantes al jornalero franciscano, que en sus cartas da testimonio del aprecio que le merecía la santidad del arzo– bispo de Granada 46 • 7. -- Los rasgos, ya descritos, ayudan maravillosamente a com– prender el temple espiritual de Fernando de Talavera, en el momento en que los Reyes y el pontífice Inocencio VIII se aunaron para ele– varlo a la iglesia de Avila ( 1458, agosto 26) 47 ; ahora podemos aden– trarnos en la contemplación de las virtudes pastorales de este pre– lado ideal: En quanto lo que toca a su persona no mudó pelo, antes quanto podía se estrechaba, porque decía que el estado pastoral requería más virtudes, más sciencia, e más bondad . . . e decía que no sabía qué seso de hombre cuerdo era tomar tal cargo y tanto trabajo a cuestas, viendo cuánta obligación tiene t1 obispo de ser perfecto y dar ejemplo y doctrina de santa vida .a. En consonancia con su entera formación espiritual y el concepto que tenía de pastor de almas, jamás estuvo tranquilo de conciencia mientras le tenían ocupado en la corte, y buscaba oportunidad para retirarse a su diócesis, en la que cumplió la visita pastoral a todas sus iglesias. No pasará seguramente de anécdota el cuadro que nos pintan algunos historiadores con Talavera e Isabel frente a frente, empeñada la Reina en poner en su cabeza la mitra y en sus manos el báculo y el anillo, y más porfiado Talavera en rechazarlos con su aguda frase: «Yo no saldré para obispo, como no sea de la ciudad de Granada». Lo cierto es que admitió este arzobispado luego de la reconquista de la ciudad sin remilgos ni dilaciones; se le brindaba una gran oca– sión de apartarse del bullicio de la corte y su espíritu apostólico podía embarcarse en la gran tarea de construir desde los cimientos una iglesia, igual que Pablo de Tarso había hecho en Efeso o Corinto; 46 Carta desde Granada de 1500 enero 4, en BN, Ms. 13.ozo, f. no. Estas escuetas afirmaciones quedarán refrenadas en un nuevo estudio sobre la reforma del clero y de los religiosos, hecha a base de abundante documentación. ' 7 Véase nuestra obra La elección y reforma del episcopado español .... cap. VI, 11 o I. "' Bre11e Swma (véase nota 34), f. 8.

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