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EL TIPO IDEAL DÉ OBISPO EN LA IGLESIA ESPAÑOLA 13 Pedro de Paseo, de quienes los cronistas y el mismo Marineo Sículo, con su conocido énfasis literario, proclaman la vida integérrima 23 • Sobre todos ellos destacan todavía como rutilantes astros Pascual de Ampudia, Diego de Deza, Francisco Jiménez de Cisneros y Fer– nando de Talavera. El hjstoriador queda paralizado por la perple– jidad de hacer elección y quedarse con el tipo ideal que represente la perfección del episcopado español en aquella hora crítica de la huma– nidad. Ante esta perplejidad se siente la inclinación de actuar como los espíritus sincréticos que llegan a formular tipos ideales a base de las virtudes de distintos individuos. Mas, como aborrecemos cordial– mente semejantes ficciones literarias, hemos querido sumirnos más y más en las fuentes para que el juicio que v~mos a formular resulte incontrovertible, no obstante su novedad. La generación de obispos de los Reyes Católicos no ha dado ni un solo santo canonizado por la Iglesia, no obstante que en más de una ocasión se ha trabajado indeciblemente por conseguirlo. Esto ni nos extraña ni nos preocupa demasiado; es de sobra conocido que las épocas de transición, con hervor de santidad y reforma, difícilmente han cuajado en frutos de santidad canonizada por la Iglesia. Esto se comprueba perfectamente en la reforma de las órdenes religiosas. Sólo después que declinó la estrella de los Reyes Católicos y se extinguió el latido de los obispos por ellos encumbrados en un momento en que el episcopado es 1 añol como tal había descendido de nivel, .entonces aparece el prelado sin tacha y en una sede, abandonada como ninguna, Tomás de Villanue– va, el santo arzobispo de Valencia. ¿ Qué pensó esta segunda generación y cómo quedó grabada en la retina de los eclesiásticos del imperio la personalidad y perfec– ción espiritual de los obispos, que sentaron la grandeza de la iglesia de España? Comenzamos citando el testimonio de Alfonso Alvarez Guerrero entresacado de su informe a Felipe II sobre la reforma de la Igle– sia; luego de insinuar la conducta que el Rey debía tener con ciertos obispos, añade : Porque de cincuenta años a esta parte los cathólicos Reyes y su sagrada Magestad solamente son en obligación a tres obispos y todos frayles : el uno fray Pascual, obispo de Burgos, frayle dominico; el arzobispo de Granada, 111 F. Rurz DE VirncARA, Historia del colegio ·mejo de San Bartolomé, vol. I, pp. 89-256. Luc. MARINEO SrcuLO, De rebus Hispaiiiae, lib. 23, ff. I 57-162. 33 3

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