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12 TARSICIO DE AZCONA El sínodo de Sevilla no se contentó con apariencias de reforma y con un ideal vulgar y desdibujado de perfección episcopal, sino que fué el primer gran clarinazo que expusiese las exigencias de vida 110nesta, de cura pastoral solícita y de dignidad sin tacha que debían llenar todos lo:. obispos de España. Es preciso confesar que todos los datos aducidos son esporádicos y que en la iglesia española del siglo xv no existe teorizante alguno que describa por entero la compleja vida espiritual y humana de un obispo; tales teorizantes, llámense Juan de Maldonado, Juan Valdés, Juan Berna! de Lugo, etc., despuntarán luego de haber contempladG la primera generación de obispos reformados. Asimismo se puede admitir sin dificultad que la reforma completa del episcopado tam– poco nació de la obra legislativa de sínodos o concilios. La admi– ración brota precisamente de comprobar que en la iglesia española de los Reyes Católicos se consiguió un encimado y raramente supe– rado ideal de perfección episcopal sin nimios precedentes de teori– zantes y leguleyos. Fueron los mismos obispos los que con una vida santa marcaron las metas del ideal para que otros se encargasen de describirlas y copiarlas. Cuando Gaspar Contarini describe el oficio del obispo, personificado en Pietro Borozzi, obispo de Padua de 1487 a I 507, es claro que no tenía obligación de conocer otros modelos, (!Ue por aquellos mismos años florecían en España; mas el histo– riador moderno que posee más perfecta información es muy libre de no reconocer a Juan Mateo Giberti, obispo de Verona, como «el pri– mer gran pastor de almas de los tiempos nuevos» 22 , porque casi cin– cuenta años antes, y con anterioridad a la revuelta luterana, había plasmado esf ideal y se había ganado ese título un obispo español qiue sigue luciendo la orla de la humildad ante el juicio de la histo– ria. El lema de Giberti «comisso gregi prodesse non praeesse» había sido explotado largamente en España desde los días de Alfonso de Madrigal. 4. - Un alto ideal de perfección episcopal fué conseguido y mar– cado por una pléyade de obispos elevados por los Reyes Católicos : Tello de Buendía, Diego de Herrera, Diego Ramírez de Villaescusa, "" Hun. ]EDIN, Il tipo ideale di vescovo secando la riforma cattolica (Bres– da 1950), pp. 38-48. Este autor, que conoce maravillosamente los sucesos y espíritu de la reforma católica, seguramente no habría escrito las pp. 62-65 de su opúsculo de haber conocido otros datos de la iglesia de España, sobre ;todo, lo que escri– bimos de Talavera. 32
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