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8 TARSICIO DE AZCONA 2. - Con menos atildada afinación teológica, pero con más brío y desenfado, uníanse los literatos a estas voces eclesiásticas para fustigar los desmanes de los prelados, para colgar un ditirambo a sus demasiado aparentes defectos, y para señalar la cima de perfección que el alma popular exigía a sus pastores. En el Auto de la oveja perdida Juan de Timoneda pone en labios. de la persona central, que figura a Cristo, estos versos de pésima hechura, pero de buen contenido : Sábete que así ha de ser el verdadero pastor : Sabrás que algunos pastores mejor saben trasquilar que no, saneas, apriscar, ni de lobos robadores a sus ovejas librar. Su saber es el cuidado si sus reses se acrescientan y ,es lo peor ¡ mal pecado ! que no dan pasto al ganado y a sí mismo apascientan. Van a ver la regordida a la noche y la mañana, no curan de la transida fraca, magra, desmarrida, pues no da queso ni lana 16 • Un poeta mucho más atildado, Juan de Mena, en su Decir sobre la justicia y pleitos, escrita mordazmente contra la sofistería de legis– tas y decretalistas, tiene también alusiones bastante envenenadas con– tra los obispos : E por esta vía, todos los estados traen corrompidos sin otra dubdanc;a : ¡:.-ipas, cardenales, obispos, perlados, del ltodo los tiene en su pertinam;a, que ya de Dios no han remembram;a e de luxuria, soberbia, cobdicia, engaños, sofismas, mentiras, malicia ahonda el mundo por su malusanc;a. 16 JuAN DE TrMoNEDA, Anto de la oveja perdida, ed. SAINZ DE ROBLES, El teatro español, historia y antología, vol. I, p. 633.

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