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¡ 1,·n l I m dila i n, para la oración privada , se estiman como algo nece- 1 ri . n monj e el la abadía de Affigen, Haeftten, en sus Disquisitiones 111 111 .,sti ·as trata d expli.carlo. Este monje moría en 1648, es decir, ya a m • li ado de l iglo XVIL mo remarcará después Luis de Blois, si el monje no tiene habita– .¡ n propia, ¿podrá acaso conformarse acaso para vivir según la pres– ri I ción evangélica de Cristo: Tú, cuando reces, entra en tu habitación, ·i rra la puerta y reza a tu Padre, que está presente en lo secreto, y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará? 25 . De otra parte, es preciso señalar las incomodidades del reposo noc– Lu rno dentro de un dormitorio común 26 , que son fáciles de entender, aunque no en todas las épocas se pudieron construir monasterios o con– v ntos con mucha amplitud y posibilidades de construir celdas para cada uno de los religiosos. 4. La celda y la hesiquía en el Oriente cristiano En el Oriente cristiano ha habido mucho interés en la posesión de un aposento particular o celda de la que venimos hablando, porque su espiritualidad tiene quizás más matices místicos, que la de Occidente, es– pecialment~ a partir de la hesiquía un ámbito que tiene que ver con la búsqueda de la tranquilidad, la paz, el sosiego, el retiro de cara a la ora– ción, especialmente la conocida oración de Jesús u oración del corazón, difundida en Occidente a partir de la pequeña obra anónima del Pere– grino ruso, pero que ya se venía practicando en Oriente desde tiempos muy antiguos. La obra que recoge a los autores que hablan de este tipo de oración, fuente de la renovación espiritual de la Iglesia ortodoxa, es la famosa Filocalia de la que ya hemos hablado algo, es decir, la recopi– lación de textos de autores espirituales antiguos realizada por el monje Nicodemo el Hagiorita, o del Monte Athos, y el obispo Macario de Co– rinto, edición patrocinada en el siglo XVIII por el príncipe Maurocordato. 25. Mt 6,6. 26. Se pueden ver las disposiciones de las Constituciones Benedictinas de Monte a ·ino, de Valladolid y de Busfeld acerca de este tema en las Disquisitiones monas– ti ·ae, XII, III, 2, (Antwerpiae 1744) 1051-1052. Ver también Nebridius, antiquarium 111onasticum (Vienne 1650), Epístola 109, página 478. Para ampliar más datos sobre ' I t ma ele la celda en este tiempo puede verse: Louis Gougaud, O.S.B., D.S., Cellule, v lumen 2, co lumnas 398-400. nouA ET UETERA, 87 45

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