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EMMANUEL MOUNIER ANTE EL PENSAMIENTO CRISTI,ANO 41 frente al que no lo es con estas frases picantes: «le philosophe chrétien n'a plus a se sentir un personnage mineur, ou un pipeur de dés» 11 • Tiene, por lo mismo, Mounier una gran estima del oficio de pensador cristia– no. Cree en su misión. Y esto porque ve el pensamiento cristiano como fermento ·de toda gran civi:lización y como una doctrina, rica en direcciones y matices, pero de consi,stencia unitaria. Puede, por tanto, servir, de basamento al hombre nuevo que Mounier proyecta. Interesa ahora precisar detenidamente cómo Mounier acude al pensamiento cristiano en busca de apoyo en los momentos decisivos de su doctrina. Cuatro de estos momentos queremos analizar. No son los únicos pero sí son ,suficientes para captar la utilización que ha hecho Mounier del pensamiento cristiano. Estos cuatro momentos que abordamos son los siguientes: crítia del desorden estable– cido, persona y comunidad, «engagement», encarnación y marcha de la historia. Estudiémoslos con la reflexión que merecen. 2. CRÍTICA DEL DESORDEN ESTABLECIDO Es sabido que para Mounier el desorden establecido es el orden montado según las exigencias del espíritu burgués. Para él este espíritu es un gran male– ficio para nuestra civilización. Es necesario, por lo mismo, ponerlo al descubierto para poderlo ·superar en un orden nuevo. Con el bisturí en la mano Mounier practica reiteradamente la disección del orden burgués. En su obra, Révolution personnaliste et communaulaire resume su análisis del espíritu burgués en estos dos axiomas: Primero, el burgués es el hombre que ha perdido el sentido del Ser. Segundo, el burgués es el hombre que ha perdido el sentido del Amor. Son secuencias del primer axioma el que el mundo sensible quede privado para el burgués de su encanto y su belleza. Para él sólo tienen vigencia estas dos categorías: las cosas útiles y las cosas insignificantes. O dicho en lenguaje comercial: el negocio y el tiempo perdido. Mounier ha escrito la palabra Ser en la fórmula del primer axioma burgués con mayúscula. Menta ella al Ser supremo. Por lo mismo, al perder el burgués el sentido del Ser, pierde igualmente el sentido del misterio. No es que lo recha– ce. Es que no puede pl.íeguntarse por él porque ha hecho un mundo a su medida: un mundo que no participa de Dios porque sólo refleja 1a obra del hombre. También Mounier acusa al espíritu burgués de haber perdido el sentido del Amor. Este sólo se aprende en comunión con Dios. Sólo Dios puede enseñar los caminos de la entrega de sí, del don perfecto y total. Con punzante ironía Mounier echa en cara al burgués el ,ser un Copérnico de :la moral, por haber pues– to el centro de la misma en su yo. Ahora bien, este yo busca única y exclusiva– mente el orden y la seguridad, las dos mirlificas coordenadas por las que el burgués se instala tranquilamente en su dicha 12 • 11 Feu la Chr... Oeuvres... vol. III, pp. 583-585. 12 Révolution personnaliste et communautaire, Oeuvres, vol. I, pp. 390-393.

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