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EMMANUEL MOUNIER ANTE EL PENSAMIENTO CRISTIANO 51 nuestros propósito, advertir cómo «l'engagement» se halla en d centro de la vida de la persona, como unificadora e impulsora. Sin este impulso la persona se empobrece y se marohita. Viene entonces a convertirse en material inerte de las fuerzas impersonales que actúan vigorosamente hasta en las grandes civiliza– ciones. Esto lo percibe especialmente al estudiar las realizaciones históricas del cris– tianismo. Ante el pecado, reiteradamente repetido en la ,historia, de desesperar del hombre en una visión pesimista o de utilizarlo como mero objeto e instru– mento, se podría creer, escribe Mounier, que la aportación de la antropología y teología cristianas habrían hecho imposible tal mentalidad. Pero la impregnación de modos de pensar, heredados de la antigüedad clásica, más tarde la polariza– ción de la reflexión moderna hada las técnicas científicas, en fin, el racionalismo de la época de las luces, con su doble bastardía impersonal, han constituido sólidos bastiones de resistencia al impulso cristiano, hasta llegar al corazón mismo de la filosofía que lleva este nombre 41 . Mounier levanta bandera contra tales bastardías, injertadas en el vigoroso tronco del mensaje cristiano. Que faire?, se pregunta entonces al final del Ma– ni,~este. Su respuesta desde ,,,!' engagement pers:onniel» es clara y contundente en estos cuatro puntos. Ante todo, una toma de postura ante la mala conciencia revolucionaria, por haber participado al desorden en las actividades espontáneas de la vida cotidiana. Luego, el despertar de una voluntad nueva junto con la conversión continua de toda persona con sentido solidario, orientada hacia el t'estimonio y no hada el poderío o el suceso individual. En tercer lugar, la ne– cesaria ruptura, radical y no meramente superficial y ostensoria, de vodo com– promiso con el desorden. Finalmente, el despliegue de una técnica de medios espirituales, cuya táctica central consista en injertar en todos los órganos vitales de esta civilización decadente los gérmenes y fermento de una civilización nue– va 42. Este cuadro, sin embargo, no estaría completo si no se tuviera en cuenta algo inherente a todo obrar humano: su radical deficiencia. De aquí que Mounier ponga en guardia contra una filosofía que defiende los valores absolutos, pero se siente tentada, al obrar, de mantenerse en espera hasta llegar a tener motiva– ciones perfectas y medios de acción irreprochables: Esto para Mounier es tanto como renunciar a la acción. Contra esta actitud misticoide arguye que lo Abso– luto no es de este mundo. Y que solamente podemos comprometernos en com– bates discutibles y acerca de causas ineludiblemente imperfectas. Renunciar, por lo mismo, al «engagement» concreto y viable es renunciar a la condición hu– mana 43 . Mounier concluye su razonamiento contra los puristas del ideal, condenados a no hacer nada, pidiendo a los maestros espirituales que dejen a un lado la 41 Personnalisme et... Oeuvres ... vol. I, p. 739. 42 Maní/este ... Oeuvres... vol. I, p. 643. 4 3 Le personnalisme, Oeuvres... vol. III, p. 504.

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