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46 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA Que la comunicación se halle instalada en la esencia de la persona, la teología escolástica lo vio bien en el misterio trinitario, donde las personas v1ven en perenne relación comunitaria. Pero fue menos clarividente al descender de las personas divinas a la persona humana. En ésta subrayó, casi exclusivamente, la autonomía y responsabilidad. Duns Escoto halló la fórmula cuando define a la persona humana, como «ultima solitudo» 27 . De aquí el hiatus, de que venimos hablando, entre la metafísica clásica y el pensamiento de Mounier. Este hiatus lo ha percibido el crítico español Carlo3 Díaz. Simplifica éste en demasía la interpretación de Mounier sobre la apertura de la persona, cuando la ve centrada en su relación con el mundo exterior a tra-,és de la carnie 28 • Pero es innegable que si la meta.física clásica insistió en la auto~uficiencia de la per• sana, Mounier Ín1>erta en la misma esencia de la ,persona su relación al otro. Lo raro del caso es que Mounier no haya romado conciencia de este hiatus. Ello nos revela de nuevo lo que ya hemos indicado sobre su método de trabajo, Este es siempre, más que histórico, constructivo. Y por le mismo, no se interesa por dirimir contiendas escolásticas dentro del pensamiento cristiano, ni tiene re– paro alguno en completarlo, consciente o inconscientemente, como hace en esta ocasión. Esta completez que quiere aportar Mounier al pensamiento cristiano se advierte igualmente en el otro concepto que también vincula a la metafísica clá– sica: el de comunidad. Ya hemos indicado que para Mounier la comunidad se halla en el corazón de la persona. Y esto en cuanto la persona dice siempre aber– tura, don de sí, entrega al otro, «rengagement». Todo esto se halla implicado en el concepto de comunidad que halla su «clímax,> en la comunión. El pensamiento clásico cristiano, al estudiar el tema de la sociedad y comu– nidad, razona bajo el influjo de una doble mentalidad: la griega y la bíblica. Con la mentalidad griega pone en relieve las exigencias de la vida social desde el individuo en cuanto éste necesita de la sociedad para su desarrollo. Esta visión natural es completada por los pensadores cristianos con la concepción comunitaria del Cuerpo Místico, que propone la revelación bíblica. A Mounier no le satisface este modo de razonar desde un doble plano. Afron– ta directamente el problema desde la historia en que se mueven los hombres. Y contra el individualismo liberal e, igualmente, contra el colectivismo masificante levanta la bandera del Cuerpo Místico como suprema solución. Dentro de esta visión del Cuerpo Místico subraya que la persona es comunicación al otro, es ple– nitud con el otro. Por todo ello, a la sociabilidad huma:ia hay que verla más desde el dar que desde el recibir. Ante un mundo que ha perdido el sentido de la donación 29 . Mounier siente a ésta enraizada en la misma noción metafísica de persona, que halla su eclosión plenificadora en la comunión de conciencias que tiene lugar en la vida íntima del Cuerpo Místico. 27 Hemos desarrollado este tema en nuestro estudio: Doble plano metafísico de la persona en la filosofía de Duns Escoto, en Naturaleza y Gracia, 17 (1970) 269-299. 28 Bases... p. 516. 29 Oeuvres... vol. IV, p. 431: «On a perdu le sens du verbe se donner».

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