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ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA Salamanca, España EL HOMBRE, IMAGEN DE DIOS: DE METÁFORA TEOLÓGICA A RESPALDO DE LOS DERECHOS HUMANOS, SEGÚN FRANCISCO DE VITORIA Desde que las leí de joven he tenido ante mí las líneas iniciales con las que J. Donoso Cortés abre su Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo. Comenta en ellas la admiración que muestra M. Proudhon porque en todas nues– tras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología. He aquí su co– mentario: «Nada hay aquí que pueda causar sorpresa sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, como Dios es el océano que contiene y abar– ca todas las cosas»1. Estas líneas abren la puerta a nuestra reflexión en la que vamos a meditar cómo una metáfora teológica añade, a su grácil significación poética, la firmeza de una columna que sostiene sobre sí ese preclaro edificio de los derechos humanos, a los que da un definitivo respaldo y apoyo. Esta imagen, como es sabido tiene añeja solera bíblica. Como que se lee en la primera página del Génesis, cuando ésta, al final del proceso creativo, hace hablar al Creador en plural, para decirse: «Hagamos al hombre a nuestra ima– gen y semejanza para que domine los peces... las aves... las bestias de la tierra... Y creó Dios al hombre a su imagen» (Gn. 1, 26-27). Que este sencillo y sublime relato haya venido a ser apoyo y respaldo de los derechos humanos, lo atestigua el Vaticano II al principio de su constitución: Gaudium et Spes. Quiere llegar di– cha constitución, después de siglos de lucha, a una deseable colaboración de la Iglesia y el mundo en la construcción de la ciudad terrena, la cual puede y debe ser un anticipo de la ciudad celeste. Como punto de partida de su razonar el Concilio se hace esta pregunta básica: ¿Qué es el hombre? En su respuesta consta– ta las diversas opiniones que lo exaltan hasta hacerlo norma absoluta del vivir humano, o que lo abaten hasta hundirlo en la sima de la desesperación. A con– tinuación declara: «La Iglesia siente profundamente estas dificultades y, alec– cionada por la revelación divina, quiere darles la respuesta». He aquí la respuesta que el Concilio asume de la revelación: «La Biblia nos enseña que el hombre ha sido creado «a imagen de Dios», con capacidad para conocer y amar a su Creador, y que por Dios ha sido constituido señor de la entera creación visible para go– bernarla y usarla glorificando a Dios» 2 • 1 J. DONOSO CORTES: Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo. Obras Completas, B.A.C., Madrid, 1946, 11, p. 347. 2 Vaticano II. Constitución GAUDIUM ET SPES, n. 12.

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