BCCCAP00000000000000000000968
EL HOMBRE, IMAGEN DE Drns: DE METÁFORA TEOLÓGICA A RESPALDO... 1931 impugnador 56 • Llega hasta afirmar que el principado eclesial y civil no se dis– tinguen como una especie respecto de la otra, sino como la parte respecto del todo. Y no se alegue en contra que la Iglesia es históricamente posterior al Imperio. Pues la Iglesia se inicia con Adán y se prolonga por todos los siglos has– ta el fin del mundo. Y de ella han recibido los emperadores legítimos su consa– gración al servicio de los pueblos. Largamente detiene A. Pelagio en proponer hechos históricos en defensa de esta primacía de la Iglesia. Los halla especial– mente en el Antiguo Testamento en cuya historia, religión y política van siem– pre unidos en una concordia en la que la religión impone de modo prevalente sus legítimas exigencias 57 • Estas indicaciones hacen tomar conciencia de la ac– titud epoca! en defensa del Papado, que este medievalista condensa de modo pre- ciso en su doctrina. · 5.º Poder del Papa sobre los príncipes no cristianos A. Pelagio es lógico con su tesis de que el Papa es Vicario de Cristo, del que recibe el poder terreno y espiritual, al negar que los emperadores paganos e idó– latras hayan ejercido legítimamente su autoridad. Con esta sentencia declara su incompetencia: «Príncipes non catholici licite iurisdictione uti non possunt» 58 • Baste aquí enunciar esta tesis, pues veremos luego cómo Vitoria se enfrenta dete– nidamente con ella, para impugnarla. Ahora podemos ver en la misma una con– secuencia última de la concepción teocrática medieval, troquelada con matices diversos por el agustinismo político. Este no tuvo en cuenta, en la formulación de su teoría política, las exigencias del orden natural que debió respetar y concor– dar con el de la gracia. Ya antes de A. Pelagio Santo Tomás había puesto el ba– samento doctrinal de la autonomía de los dos órdenes y de su concordia. Pero hubo que esperar dos siglos para que en el campo ético-político F. de Vitoria de– dujera las legítimas consecuencias de los preámbulos tomistas. b) Absolutismo sacro P. Hazard, a su obra en la que estudia el pensamiento europeo al pasar del siglo XVII al XVIII, le da este título: La crise de la conscience européenne 59 • Tiene sobrada razón para ello. Europa que piensa en cristiano, durante el siglo XVII reflexiona en el XVIII apoyada exclusivamente en la razón ilustrada. Es la razón secularizada y laica del mundo moderno. Todavía se declara deísta, pero no sin un matiz hipócrita, ya que, si no niega expresamente al Ser Supremo, declara inadmisible su intervención en el mundo. Más en concreto, su Providencia. El choque ideológico de los dos siglos ante la Providencia lo debió haber pues– to en relieve P. Hazard. Dedica dos sendos capítulos a dos figuras egregias del siglo XVII. Ambas profundamente cristianas: Bossuet y Leibniz. Entusiasma la acción conjunta de estos dos grandes espíritus en pro de la unión de católicos y 56 De planctu Ecclesiae, op. cit., a.39, p. 498. 57 Op. cit., a.36, p. 270, pp. 387-413. 58 Op. cit., a.30, pp. 268, 275-277. Como Enrique de Susa, el llamado Card. «Hostiensis» fue uno de los más autorizados de la teocracia papal, a quien tiene muy presente Vitoria para impugnarla, conviene tener presentes las matizaciones que al tema arzobispo, ARTURO RIVERA DAMAS: Pensamiento político de Hostiensis. Estudio jurídico-histórico sobre las relaciones entre el Sacerdocio y el Imperio en los escritos de Enrique de Susa. Pas Verlag, Zürich, 1964. 59 PAUL HAZARD: La crisis de la conciencia europea, tr. de J. Marías. Ed. Pegaso, Madrid, 1942.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz