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EL HOMBRE, IMAGEN DE DIOS: DE METÁFORA TEOLÓGICA A RESPALDO.,. 1925 y de la razón, a sabiendas de que son principios antagónicos» 39 • En nuestra re– flexión tendremos muy presente esta perspectiva histórica de Ortega. La juzga– mos en gran parte equivocada. Pese, con todo, a su parcial, pero sustantiva equi– vocación, nos hace ver Ortega al Renacimiento como tiempo de encrucijada: ra– zón y fe con sus correspondientes órdenes natural y sobrenatural, se entrecru– zan en su camino. Y al salir de este entrecruce obviamente se toman vías dis– tintas por las que la Edad Moderna va a hacer su andadura: unas veces en con– vivencia; más frecuentemente en choque. Tres vías percibimos a la salida de esta encrucijada histórica. La primera vía optó por un naturalismo radical. Se atuvo exclusivamente a lo que le dictaba la naturaleza a través de la razón. Era la abertura el naturalismo y racionalismo modernos. La segunda vía se mantuvo tenaz en querer caminar por los ideales de la Edad Media, en la que toda la cultura humana se hallaba impregnada de sentido cristiano, de tal suerte que hasta los intereses más potentemente terre– nos debían dar paso a los eternos. La tercera vía intentó hallar una senda media entre las dos extremas. Y creyó hallarla al conceder una serena autonomía a los dos órdenes, natural y sobrenatural, los cuales no debían mantener lucha entre sí, sino un mutuo acercamiento y complementariedad. Es la senda por la que pensó Vitoria que era necesario adentrarse por aquel momento histórico. Esta tercera vía es el tema preferente de este estudio. Pero como no puede quedar clarificada sino en contraste vivo con las otras dos, es menester exponer con esmero las dos primeras vías para saber mejor a qué atenernos ante la pe– culiar postura de Vitoria. Anotamos ulteriormente que entre los múltiples y graves problemas que sus– cita la encrucijada renacentista, aquí nos atenemos primordialmente a reflexio– nar sobre el hombre en su dimensión ético-política. De la política, en verdad, vi– ve la historia moderna. Y ésta se halla condicionada por la concepción que del hombre se ha tenido. Interesa, por lo mismo, percibir cómo ya dentro del Renacimiento, se pensó sobre él. Esto nos aclarará el agitado vivir del mundo moderno y nos hará penetrar en sus más íntimos entresijos. El método que hemos adoptado simplificará la marcha de nuestra reflexión. La hará por otra parte, más autorizada. En vez de acumular decires y opiniones de unos y otros, método siempre aprovechable, pero secundario y meramente aclaratorio, nos enfrentamos directamente con los textos más significativos de los pensadores seleccionados. Ellos nos dirán, sin paliativos, cuál fue la menta– lidad del momento histórico en que fueron escritos. Ellos, a su vez, han dado la impronta y carácter al hombre moderno. V. PRIMERA VÍA: NATURALISMO RADICALIZADO En los años en que F. de Vitoria estudiaba en la universidad de París, N. Maquiavelo escribía en 1513 la obra que le ha dado tanto nombre, Il Principe. Menos filosófica e histórica que Discorsi sopra la prima dece de Tito Livio, escri– tos en 1521, Il Príncipe tuvo un efecto tan explosivo y potente que se ha hecho 39 JOSÉ ORTEGA Y GASSET: En torno a Galileo. Lección XII. Renacimiento y retorno. Obr:as Completas, t. 5, pp. 151-164.

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