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1924 ENRIQUE RIVERA DE VENTOSA Pese a los muchos pecados que se achacan a la labor hispánica en América, será siempre una de sus mejores gestas haber llevado a las inmensas regiones americanas el universalismo que halló su preclaro defensor en Vitoria. Tanto el cívico y humano, que hizo posible la fusión de pueblos y de razas, como el reli– gioso, al declarar que todos han sido redimidos por Cristo y todos son llamados a incorporarse a él por el bautismo. Como pensador cristiano, place decir que éstas son las vías por las que puede llegar la hora añorada por Jesús: «Un sólo redil y un sólo pastor» (Jn. 10, 16). Nuestra conclusión va a ser muy breve después de nuestro largo razonar. La tomamos del gran hispanista alemán, Joseph Hoffner, más tarde Cardenal– Arzobispo de Colonia. A su obra, pensada y documentada, La Ética colonial es– pañola del siglo de oro, le da esta dedicatoria: En el centenario de la muerte de Francisco de Vitoria, Paladón de la dignidad, Fundador del Derecho Internacional, 12 de agosto de 1546. En el original se lee: Zum 400. Todestag des Vorkdmpfers der Menschenwürde, des Begründers der Volkerrechtswissenscht, FRANCISCO DE VITOIA, 12 August 1546 36 • Sería poco decir, de modo usual, que éste es un cierre con broche de oro. Digamos más bien que es un cierre con balanza de la justicia histórica, avalada con la prestancia del saber y con la alta dignidad de quien firma la dedicatoria. IV. FRANCISCO DE VITORIA EN LA ENCRUCIJADA DEL RENACIMIENTO Ante las portentosas creaciones artísticas del Renacimiento se ha visto en él una época de plenitud. La obra clásica de J. Burckhardt, La cultura del Renacimiento en Jtalia 37 , lo hace patente en sus páginas. Nos hallamos, al pare– cer, en un momento histórico claramente unitario y sin fisuras, al calor del ide– al artístico. Pero ya el ponderado historiador, L. Pastor, distingue en su Historia de los Papas, una doble corriente renacentista: la pagana y la cristiana. Buscaba la pagana un retorno al mundo clásico en cuanto su pensar y su sentir estaba vinculado a lo meramente humano y terreno. La cristiana asumía sin remilgos la cultura humana como un valor en sí, pero abierta a lo divino sin tensión, ni conflicto 38 • L. Valla y P. Aretino señalan, hasta con procacidad, la dirección pa– gana. El pintor Rafael en Italia y el poeta-maestro Fray Luis de León en España son exponentes conspicuos de la cristiana. Radicaliza de un modo drástico la escisión interna del Renacimiento J. Ortega y Gasset cuando escribe en su obra muy madura, En tomo a Galileo: «Entonces (en el Renacimiento) se constituye la vida humana en una dualidad de raíz que ha sido la desdicha y la impureza esencial de la Edad Moderna, que aún no ha sido ni mucho menos eliminada de nosotros; se vive por partida doble, de la fe 36 J. HOFFNER: Christentum und Menschenwürde. Das Anliegen der spanischen Kolonialethik im goldenem Zeitalter. Paulinus-Verlag, Trier, 1947. (Tr. esp.: La ética colonial española del siglo de oro. Cristianismo y dignidad humana. Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1957 (en ediciones pos– teriores el autor retocó el título alemán de la obra: Kolonialismus und Evangelium. Spanische Kolonialethik in Goldenen Zeitalter). 37 JACOB BURCKHARDT: La cultura del Renacimiento en Italia, tr. esp. por J. Arda!, Obras Maestras, Barcelona, 1951. 38 LUDOVICO PASTOR: Historia de los Papas, tr. esp. por R. Ruiz Amado. Edic. G. Gili, Buenos Aires, 1948, vol. I, pp. 107-177.
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