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EL HOMBRE, IMAGEN DE Drns: DE METÁFORA TEOLÓGICA A RESPALDO... 1919 civil mientras esté en pecado mortal». Atan negro pesimismo Vitoria replica muy sereno: «El dominio se funda en la imagen de Dios; pero el hombre es imagen de Dios por naturaleza, es decir, por sus potencias racionales; luego no la pier– de por el pecado mortal». De este rígido argumento escolar con las tres clásicas proposiciones, comenta así una de ellas: «La menor se prueba, porque lo dice San Agustín en el libro 9 De Trinitate. Y también lo dicen otros doctores» 25 . Antes de glosar lo esencial de este fúlgido argumento, queremos dar breve aclaración de la menor, poniéndola sordina. No satisface que en esta ocasión se haya apoyado exclusivamente en la supuesta sabiduría de sus doctores preferi– dos. Yen lo concerniente a San Agustín mañosamente lo incorpora al propio sur– co de su arada. Como ya dijimos, San Agustín expone de modo original y pro– fundo en su gran obra De Trinitate cómo el alma refleja en su ser y en su obrar el misterio trinitario. Y esto ya en el orden meramente natural. Consecuente con este naturalismo sostiene igualmente en esta obra que el pecado no ha borrado sustancialmente esta imagen. Esta doctrina agustiniana usufructúa Vitoria en la menor de su silogismo. Pero sus adversarios también se apoyaban en San Agustín. Exageraban ciertamente sus afirmaciones. Pero una crítica serena de– be reconocer que algunas de ellas daban pie para una sombría descripción de la naturaleza humana. La presencia, con todo, del agustinismo es algo accesorio en la discusión de tema tan importante. La tesis esencial de Vitoria enseña que el hombre, por ser imagen de Dios, tiene tal dignidad que lleva en sí la capacidad de ser dueño de sí mismo y de sus posesiones. Y también la de detentar legítimamente el poder político. Esto es, en este tema, lo sustancial de la doctrina de Vitoria, que la for– muló ante la problemática compleja que suscitaron los aborígenes americanos. Al razonar de sus contrarios quienes opinaban que sólo la gracia es título de dominio y que son incapaces de él los que viven en pecado mortal, Vitoria res– ponde categórico: «Contra esta sentencia se establece la siguiente proposición: "El pecado mortal no impide el dominio civil y el dominio verdadero" » 26 • En pro de la misma Vitoria se detiene a dar razones. Baste aquí recordar algunos he– chos históricos que comenta, como los de Salomón y Acab, príncipes legítimos, pero poco ejemplares. Y lo que es más, la potestad canónica, que mantienen los ministros de la Iglesia aunque sean pecadores. Place dar un complemento a este cuadro doctoral de Vitoria con su razona– miento al preguntarse si los niños son capaces también de dominio. Alega a fa– vor de los mismos que pueden ser objeto de injusticias y que, igualmente, pue– den ser herederos, por lo que se les asigna un tutor. A lo cual añade con innega– ble complacencia: «Además, dijimos que el fundamento del dominio es ser ima– gen de Dios, y esa imagen también se halla en los niños» 27 . Esta razón profética de Vitoria se ha hecho en España muy actual. El Comité Episcopal para la Defensa de la Vida termina de dar un documento sobre el aborto que la prensa publica en este mes de abril, 1991, en que escribo. En el momento de las motivaciones recuerda la dignidad del ser humano y que rechazar el aborto no se funda tan 25 Op. cit., n. 6, p. 654. 26 Op. cit., n. 6, p. 653. 27 Op. cit., n. 21, p. 663.

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