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VIVENCIAS PRIMARIAS DEL ALMA DE SAN FRANCISCO 81 divino», sacro ideal que Francisco tiene perennemente ante sí. En otra circunstancia declara en estos términos la satisfacción caballeresca de verse rodeado de los suyos: «Estos son mis hermanos, caballeros de la Tabla Redonda... » 14 • No es posible entrar en el ambiente histórico de esta afirmación. Sea suficiente ahora anotar que ella alude a la cos– tumbre de los caballeros de Rey Artús, círculo bretón de la caballería, quienes sentían tan al vivo su mutua igualdad que formaban siempre una «tabla redonda», en repulsa a todo honor y preferencia. ¿ Y no ha sido, en verdad, retomada esta lección caballeresca por el trabajo amigable y eficaz, que ha sido distintivo perenne del trabajo francisca– no a lo largo de los siglos? Por lo que toca a Francisco Trovador es muy discutible si este ideal prima en su vida íntima sobre el del caballero. En todo caso hay que decir que la literatura y la leyenda le han dado la primacía. Sobre todo cuando se tiende a aproximar ambos ideales hasta llegar a identificar– los. Sin negar fundamento a esta aproximación, pensamos que la vida de San Francisco queda más enriquecida, si vemos su vivencia de trova– dor ensamblada con la dama espiritual, objeto de amor sacro por parte de Francisco. Que éste se sintiera inundado durante su juventud por el erotismo trovadoresco ambiental parece evidente. Y esto sea dicho sin admitir, por ello, 'desórdenes graves. Es muy de creer que cuando el Santo alude en su Testamento al tiempo en que se hallaba «envuelto en pecados», de seguro que en su erotismo juvenil pensaba. Pero lo mismo que la voz de un sueño nocturno transformó a Francisco de caballero «a lo mundano» en caballero «a lo divino», esto mismo pode– mos advertir, si bien no de modo tan fulminante, en su alejamiento progresivo de la bullanga callejera por ir entreviendo que una dama espiritual le llama y le anim.a en su nuevo camino. Poco a poco Fran– cisco toma conciencia de que esa dama es la Pobreza. Hasta llegar a realizar con ella solemnes desposorios. Estos desposorios han sido tema predilecto para los artistas. Inolvidables los cuadros de Sassetta y el de la _pinacoteca de Munich. Pero con mayores raudales de cielo se canta esta sublime alegoría en el fresco de la Iglesia del Santo de Asís. • En literatura nada comparable a la terna! precisión de estos versos potentes de Dante en los que atesta que la pobreza, privada de su pri– mer marido, halla. otro después de mil años: «Questa, privata del primo marito, mille e cent'anni e piu dispetta e scura fino a COStUi Si Stette Senza invito» 15 • 14. O. cit., n. 72 c. Trad. españ. en San Francisco... p. 751. 15. DANTE ALIGHIERI, Divina Commedia. Paradiso - Canto XI, v. 64-66.

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