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VIVENCIAS PRIMARIAS DEL ALMA DE SAN FRANCISCO 79 grado. Su compañerismo con Oliveros y con los que pasarán a la fama con el nombre de «doce pares de Francia» fue tan excelsa que se re– cuerda siempre como modelo, que ha venido a ser un símbolo 8 • La imagen· del trovador gira en torno a ese ascenso femenino que tiene lugar en las cortes de amor de Provenza y culmina en el «Stil nuovo» de Dante. La mujer es objeto de un refinado erotismo que va desde la tierra al cielo. El trovador canta esta gama de amores, consciente de colaborar con ello al encanto de la vida después que el caballero regresa de las duras batallas en los campos del servicio y del honor 9 • Por lo que toca al juglar queda históricamente definido por ser el eterno repetidor de lo que es incapaz de crear. Los griegos le llamaron rapsoda. Los medievales, juglar. Hoy son declamadores de versos aje– nos. En todo caso se trata de hombres sin posibilidad de darse impor– .tancia y que han puesto sus modestos dones al servicio de la alegría de los demás. En sus mejores momentos el juglar ha alijerado la pesa– dez de la vida: con sus recitales y sus gracias. En los peores, se ha rebajado a proferir bufonadas, por las que se ha trocado en necio his– trión, reído y búrlado 10 • Ante estas siluetas del caballero, trovador y juglar es justo que tra– temos de indagar cómo San Francisco las vivió, pues el título de este apartado da por supuesto que San Francisco fue efectivamente tin caba– llero, un trovador y un juglar. Hablar del ideal caballeresco de Francisco es tema ineludible en to– do estudio, sea histórico o novelado, que haya querido penetrar en las vivencias que le cónmovieron. Entre estos nos place mencionar los de . H. Felder y L. Casutt. El primero se atiene más a las exigencias de la investigación histórica. El segundo desborda manifiestamente la im– portancia de esta vivencia en .San Francisco hasta hacer de ella el nú– cleo de sli más honda espiritualidad. Pero ambas, a la par, hacen sentir intensamente esta primera vivencia de la que queremos evocar los mo– mentos de más alta vibración 11 • 8, . Para una información general y bibliografía pertinente véase O. ScHNÜRER, Kir– che und Kultur im Mittelalter, 3 vol., Paderbon 1929. Para España,. imprescindibles los estudios de M. MENENDEZ PIDAL sobre el Cid. 9. -Para una información esencial véase M DE RIQUER, La lírica de los trovadores, Barcelona 1948; idem, Resumen de la literatura provenzal trovadoresca, Barcelona 1948. 10. En España es muy autorizada la obra de R. MENENDEZ PIDAL, Poesía juglaresca y juglares: aspectos de la historia literaria y cultural de Espai¡a, Madrid 1924. Lo que aqúí se afirma nos parece _válido para los otros pafaes que sintieron dentro de sí el espítitu juglaresco, U.. H. FELDER, El Caballero de Cristo San Francisco de Asís, tr; de P. lRAIZ0Z. Barcelona, Edit.. Franciscana, 1957. - L. CAsui:r, L'ereditá di S. Francesco, tr. de A. F0NG0LI, Roma, Edizioni T.O.F., 1952.

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