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76 ENRIQUE RIVERA mucho por hacer en este campo. Afortunadamente las corrientes filosó– ficas más iluminadas de este siglo nos han facilitado el misterioso acce– so a las conciencias. Pienso muy en concreto en la obra de Gabriel Marce! cuya síntesis bien lograda nos ha dado R. Troisfontaines en su obra, De /'existence a /'etre- 1 • Basta leer el índice de los dos tomos de la misma para asomarnos a los intrincados panoramas del mundo interior. Los análisis de este mundo, que aquí se exponen, están espe– rando ser utilizados en eso que aquí abajo más vale: el alma de los santos. Pues bien con toda modestia, pero con irrenunciable decisión, me he propuesto utilizar las intuiciones de este pensador y de otros afines para iniciar mi estudio del alma de San Francisco en lo que ésta tiene de más íntima y peculiar. Ya la primera palabra del título de mi estudio señala mi camino y mi método. Mi camino, porque la palabra vivencia pone en relieve eso íntimo que todos sentimos y por lo que vivimos y morimos. Esto vale a fortiori de San Francisco. Tuvo unas vivencias excepcionales. Ellas dan la tónica de su vida. Por esta C1!,usa, tratar de conocerlas y exponerlas, es el mejor modo de acercarnos al Santo y, al mismo tiempo, de hacer irradiar su figura. La palabra vivencia señala igualmente mi método. No van a ser ciertamente los documentos de archivo quienes presidan estas reflexio– nes. El método que aquí preconizamos se halla muy poco en línea con los procedimientos histórico-críticos tan ponderados. Y hoy, en parte, tan desfasados. Hemos señalado un mentor de nuestro método, G. Mar– ce!. A éste y a otros de su tendencia existencialista y personalista nos atendremos. Debo, sin embargo, confesar que otros dos pensadores me han itnpelido a este mi modo de pensar y de escribir desde una perspec– tiva vivencia!: W. Dilthey y H. Bergson. La Psicología analítica y des– criptiva del primero y el contraste que hace ver el segundo entre los logros de la inteligencia y de la intuición nos hacen penetrar en la frag– mentariedad inherente al puro concepto frente a la unidad vivencia! de la intuición. -Pasemos, pues, del concepto a la vivencia intuitiva 4 • Mas antes de entrar en el análisis de las vivencias primarias del alma de San.Francisco es necesario saber a qué atenernos respecto del contenido de esta palabra. En español, la palabra «vivencia» fue introducida por la Escuela de Madrid en torno a Ortega y Gasset, al traducir el vocablo 3. R. TROISFONTAINEs,' De /'existence a l'étre. La philosophie de G. Marce/ 2 vol., Louvain-París 1968. 4. W. DILTHEY, Ideas acerca de una psicología descriptiva y analítica (1984), en su obra, Psicología y teoría del conocimiento, tr. de E. IMAZ. F.C.E., México 1945, p. 221-328. - H. BERGSON, Introduction ii la métaphysique, en Oevres (edit. du Centenaire) P.U.F., París 1963, p. 1392 ss.

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