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VIVENCIAS PRIMARIAS DEL ALMA DE SAN FRANCISCO 99 mos porque se da una conexión más inteligible entre las vivencias del Santo si anteponemos la vivencia de la escala descendente a la de la escala ascendente. Y no se alegue que San Juan de la Cruz prepone en la vía mística de su Cántico Espiritual la vía ascendente a la descen– dente, según ya indicamos. Pues este doctor describe allí una de las vías místicas para llegar a la unión con Dios, no la única. San Francis– co parece que tomó otra vía que hemos sustancialmente expuesto en la segunda y cuarta vivencia y que pudiera resumirse en esta breve fór– mula: por Cristo al Padre. De esta suerte queda aclarada la primera nota que señala el P. Cuth– bert al sentido sacramental que San Francisco dio a la creación. La otra nota es ser la creación entera «cauce» por donde corren las inex– haustas bondades del Padre del cielo. Es esta segunda nota la que más subraya San Francisco al decirle a Fray Maseo: «Todo lo que hay nos lo ha preparado la santa Providencia de Dios: el pan de limosna, la mesa tan hermosa, la fuente ... ». Se ha dicho que San Francisco, «en su mística nueva, trae los indicios tiernos de una nueva manera de con– templar la vida» 46 • Pocas veces esta verdad histórica se hace más pa– tente que en las palabras de Francisco·,a Fray Maseo, las cuales tras– truecen nuestras maneras broncas de tratarnos para hacer de todos no– sotros y de las creaturas que nos rodean cauces y canales de las bonda– des de Dios. «Desde aquel día, comenta el P .. Cuthbert, vio Francisco la bondad de Dios en todo servicio que se le hiciera, tanto por las creaturas inanimadas como por las animadas» 47 • Bello tema de medi– tación franciscana sobre el que ahora no nos podemos más detener. No podemos, sin embargo, concluir esta reflexión sobre la naturale– za como reflejo de Dios y cauce de sus bondades sin evocar el Himno de las Creaturas. Este himno, que brotó un día del alma de San Fran– cisco es hoy ya oración sacra en la Liturgia de las Horas, ordenada por la Iglesia. Sobre el mismo se han dado diversas interpretaciones. Su rico contenido las motiva. Aquí, en este momento de nuestra refle– xión place considerarlo como la exaltación lírica de la vivencia que San Francisco tuvo de la naturaleza en cuanto la contemplaba íntegramente transfigurada como reflejo de Dios y cauce de su bondad. Reflejo de Dios era, en verdad, para él el Hermano Sol, del que canta: «Es bello y radiante con gran esplendor: de ti, Altísimo, lleva significación». Lle– var significación, ¿no es decir que todo el contenido que encierra el sol es un reflejo y destello del Sol Eterno? Cabe lo mismo decir de las restantes cr·eaturas que San Francisco va mentando en su Himno. 46. EDUARDO MARQUINA, San Francisco de As1s, en Obras Completas, M. Aguilar, Madrid 1944, t. VI, p. 823. 47. FATHER CuTBERT, o.cit,, p. 9.

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