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98 ENRIQUE RIVERA Los valles solitario son quietos, amenos, frescos ... Estos valles es mi Amado para mí» 44 • Si aplicamos ahora esta mística teología de San Juan de la Cruz a San Francisco que le sirvió de dechado, advertimos al instante que nuestro Santo vivió intensamente la presencia de Dios en ambas escalas: ~e elevaba por las cosas a Dios y a todas ellas las contempla desde Dios. Mas en todo caso hay que decir que San Francisco se siente in– merso en la presencia de Dios, tanto subiendo por una escala como descendiendo por la otra. No quedamos, con todo, satisfechos con este análisis de la vivencia de San Francisco. Proponemos, para completarlo, estas dos preguntas: primera, ¿fue inicial esta experiencia de las escalas en la espiritualidad de San Francisco o más bien fruto de su trato íntimo con el Señor?; segunda, ¿cuál de los dos movimientos de la mente, ascendente y des– cendente, tiene primacía en los Santos? Reconocemos lo difícil que es dar respuesta a las mismas. Intentemos, sin embargo, atisbar con pia– dosa mirada a aquella alma en su íntimo recogimiento. Un examen reflexivo de la obra filial de E. Longpré, Franrois d'As– sise et son expérience spirituelle4 5 pone en evidencia que la clave de la ascensión de San Francisco no fue, de modo prevalente, otra que Cristo. Lo dice claramente el epígrafe de los tres primeros capítulos: 1. «A la rencontre du Christ». 2. «Adhérence au Christ». 3. «Le Christ, la Vierge, l'Eglise». De aquí se deduce que relativamente tarde asoma al alma de Francisco la creación como escala ascendente o descendente. Nos parece ser ésta la interpretación más recta de la vía mística de San Francisco. Por lo mismo, lo que bellamente escribe San Buenaven– tura sobre una de las escalas, la que hizo San Francisco de todas las creaturas para subir hasta su bien Amado, lo juzgamos fruto de su espiritualidad madura. Cuando llega a vivir intensamente estas escalas, es porque ya se halla lleno de Dios hasta poder exclamar: «Dios mío y todas las cosas». Esta solución que proponemos se nos hace tema muy incitante. Pero nos tenemos que limitar ahora a esta sencilla for– mulación que tiene casi la sequedad de una tesis de escuela. Por lo que toca a la prevalencia de la escala ascendente o descen– dente, el texto reiteradamente citado de San Buenaventura parece dar la primacía a la ascendente. Opinamos, sin embargo, lo contrario. No es que juzguemos equivocado al doctor seráfico, por cuanto no abordó el tema de la prevalencia. Pero desde nuestra reflexión personal opta- 44. Obras de San Juan de la Cruz. Canción XIV-XV. (edic. de P. S!LVERIO DE SAN– TA TERESA Burgos 1940), p. 511. 45. EPHREM LoNGPRE. Frani;:ois d'Assise et son expérience spiritue//e, Beauchesne, Pa– ris 1966.

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