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SAN BUENAVENTURA-ALTERNATIVA TEOLÓGICA 283 signum) (74), la sugiere Z. como una posibilidad que no entra en el marco de este escrito. El paso a la otra corriente neoplátonica, protagonizada por el Pseudo– Dionisio, lo marca Z. con una cita de Todorov, que discierne con lenguaje actual la diferencia entre las dos concepciones: "En una moderna terminolo– gía, los signos (en sentido estricto) se oponen a los símbolos como lo propio a lo traspuesto, o mejor, como lo directo a lo indirecto" 12 (85). Dionisia mantendría dos elementos fundamentales del platonismo: la concepción del conocimiento humano como una forma inferior que refleja otra superior (ejemplificadas en las jerarquías eclesiástica y celeste, respecti– vamente) y la deducción de toda su cosmovisión filosófica a partir de la no– ción de Uno (87). El valor del conocimiento no está, pues, en conocer la co– sa, sino en conocer lo que se esconde detrás de ella. Es decir, las cosas valen por su densidad simbólica: la theoria divina es la realización éumbre del cono– cimiento y se alcanza mediante la contemplación de los seres, pues el univer– so es como una teofanía, una gran iluminación que desciende desde arriba. El neoplatonismo se incorpora al platonismo de Dionisia a partir de la es– tructuración jerárquica de su cosmos teológico, que emana del Uno y a él debe volver (88). Respecto a la idea del Uno, mientras los neoplatónicos lo presentan como absoluto, abstracto y suprarracional, del cual emana la mul– tiplicidad de los entes por grados decrecientes, Dionisia muestra a Dios co– mo un misterio en el interior del cual se da la trinidad de personas, que crea todo, pero sin mezclarse con ello, excluyendo de raíz toda sombra de pan– eísmo (89). Dios ha querido envolver lo inteligible en lo sensible porque se adapta mejor a la condición humana. Así, por ejemplo: "La interpretación de los símbolos escriturísticos y rituales es representada como un movimiento ascendente desde el dominio de la percepción sensible al de la inteligencia" 13 (91). Dionisia hace girar todo su ordenamiento de la realidad en tomo al concepto de jerarquía, que es la disposición de la realidad inteligible y sensi– ble según un modelo monárquico, de modo que Dios es como la cumbre de donde se desprende el orden angélico y humano (92). Ambas jerarquías - la gélica con los nueve coros y la eclesiástica con los tres grados de sacra- 12 T. Todorov, Théories du Symbol, París 1977, 56. 13 Es una cita de P. Rorem, Biblical and Litur;gical Symbols within the Pseudo-Dio'!)lsian Synthesis, Wetteren 1984, 49.

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