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MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 92 zación en la isla de Trinidad, tarea que comienzan y concluyen en algo más de vein- ticinco años, pero que también tiene que ver con los intentos fallidos de evangelizar en las tierras de Guayana. Será en la dicha isla de Trinidad donde se funden los siguientes pueblos de mi- sión: Purísima Concepción de Naparima (1687), Nuestra Señora de la Anunciata o Anunciación de Sabana Grande, Santa Ana de Sabaneta (1687), San Francisco de los Cocos (1689), aunque no duraría más de un año, San José de Cariero (1691), que lo hará hasta el año 1698, San Francisco de Mallaro (1697), que luego sería trasladado al lugar de los Arenales, aunque conservando su nombre, y manteniéndose hasta el año 1700. La última fundación tendrá lugar, hacia finales de 1699, Nuestra Seño- ra de Monserrat, identificándose así con la advocación mariana propia del reino de Aragón. A principios de 1713 los pueblos fueron erigidos ya en doctrinas y, aunque se había pedido a los misioneros que siguieran al frente de los mismos, hasta que se proveyeran las doctrinas, como la solución se iba dilatando en exceso, el 1 de febrero de 1714 abandonarán la isla, a la que regresarán más adelante —aunque de manera puntual—. En lo que se refiere al territorio de la Guayana, los misioneros se hicieron cargo —si así podemos hablar, en relación a lo efímero de su presencia— de los pueblos ya existentes de Mariguaca, al que luego ellos cambiarán el nombre por el de Montecal- vario, y de Belén de las Totumas. Ya fundados por los misioneros catalanes fueron el de Parapara, entre 1687-1688, y el del Platanal, en 1692. Con todo, para el año 1700 los misioneros ya habían abandonado el territorio, por las enormes dificultades de subsistir en el mismo. Este detalle será una constante por bastante tiempo. La segunda etapa comenzaría con la vuelta a la Guayana en 1722 y la fundación de pueblos con capacidad de autogestión, llegando hasta el año 1764, momento en que la capitalidad del territorio se traslada de la ciudad de Guayana a la de Angostu- ra. El primer pueblo fundado es el de la Purísima Concepción de Suay (1724) y, un año más tarde, el de San Antonio del Caroní. En 1726 se funda el de Santa María de Yacuari, que no subsistirá por mucho tiempo. En 1765 el de Suay será agregado al de Caroní, momento en que pasará a denominarse Inmaculada Concepción del Caroní. En el proceso configurador del territorio, en 1730 se funda Nuestra Señora de los Ángeles de Amacuro o Yacuario; un año más tarde, San José de Cupapuy y San Francisco de Altagracia; en 1737, San Miguel de Unata y Divina Pastora de Yacua- rio. Aunque no subsistirá por mucho tiempo, en 1740, se funda el de Santa Bárbara 1687 twelve missionaries came; four missions were established in Guayana and eight in Trinidad”. Aunque los datos no son del todo exactos habla ya del convencimiento de los misioneros. Cf. Mary Watters, The Colonial Missions in Venezuela , en The Catholic Historical Review 23 (1937) 141.

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