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MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 124 El 7 de mayo, en la mañana, fueron sacados del convento los 18 capuchinos y dos en- fermeros que quedaban allí, y los indios que formaban la guarnición de Caruachi, los llevaron a la orilla del río, donde en cortos momentos fueron sacrificados. Terminada la matanza, los indios pretendieron destruir al padre mayor, que llamaban, que era la imagen de San Ramón, que se hallaba en la iglesia y bajo cuya advocación se fundó la misión de Caruachi. Entonces quemaron los cadáveres y arrojaron al agua los restos cal- cinados… Piar desaprobó la ocurrencia, así en Caruachi como en Upata, y públicamente la atribuyó a Bolívar, de quien dijo no podía ser su amigo después de semejante crueldad. Piar tuvo en su poder a los frailes desde febrero hasta mayo y vinieron a morir cuando ya el Libertador había asumido el mando general del ejército 116 . Gracias al historiador Valentí Serra, sabemos también a qué crueldad se estaba refiriendo Piar. El dato proviene del Libro de defunciones , de la provincia capuchina de Cataluña: Apoderados los insurgentes de la provincia, y hechos prisioneros los religiosos, el ge- neral Volívar [ sic ] hizo matar con flechas a los 24 que siguen; pero viendo el género de muerte tan cruel, después de haber muerto quatro con tal muerte, pidieron los demás que fuesen muertos a sablazos, y se executó así matándoles a sablazos y con flechas 117 . No se puede olvidar que la Guayana era un lugar de paso necesario para los inte- reses secesionistas de los insurgentes. El propio Bolívar había desembarcado en Cu- maná el año anterior, para apoderarse de aquella provincia, de la que el paso lógico siguiente era seguir hacia la Guayana; por otra parte, su planteamiento de acabar con aquellos esquemas del Antiguo Régimen y, por lo mismo, promoviendo un nuevo 116 La presente relación aparece en un opúsculo, de carácter apologético, pero que recoge unos artículos del historiador venezolano Lino Duarte Level, publicados bajo el título: Antonio I. Picón, El gran pecado de Venezuela. Disertación histórica, política y religiosa , Maracaibo 1898, 2 ed., 64, 76. Picón refiere también la interpretación que daban los historiadores Baral y Díaz: “Cuéntase que cuando Bolívar tuvo sus primeras vistas con Piar en Guayana y supo la prisión de los padres (los misioneros del Caroní), prorrumpió con harta indiscreción en estas palabras. «¿Y por qué no los han matado?». No fue necesario más para que dos oficiales venezolanos que aún existen los hiciesen degollar bárbaramente en Caruachi por una partida de indios reducidos, mortales enemigos de aquellos infelices. El Libertador cuando supo lo ocurrido concibió de ello grande sentimiento, y es cierto también que los asesinos procedieron sin orden de ninguna autori- dad, llevados de un impulso sanguinario muy común por desgracia en aquel tiempo. Si las palabras que dejamos estampadas se vertieron, puede que aquellos dos miserables las interpretaran como un deseo de Bolívar y se dieran priesa de cumplirlo; más de cualquier modo, un ejemplar castigo ejecutado en ellos debió lavar la mancha que tan abominable crimen dejó impresa en el ejército, y es penoso decir que nunca se pensó en imponerlo a sus autores”. Ibidem , 63-64. 117 APCC, Libro de Difuntos de los religiosos capuchinos de esta Provincia de Cataluña , f. 178v. Tomado de: V. Serra, Tres segles de vida missionera , 162.

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