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MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 116 nomía autónoma de las familias indígenas, particularmente de los pueblos de Suay, Amaruca y Caroní, puesto que esta era muy preciada, alcanzando un significativo precio en el mercado. Generalmente la vendían a los misioneros o a otros individuos interesados en la misma. Al final de su informe, Alvarado hace una anotación interesante, “si no hubieran arbitrado para su entretenimiento, no hubieran podido subsistir por falta de todo lo necesario a la vida humana, ni socorrido sus iglesias, como sucedió antes que viniesen en el año 1724 los citados padres” 90 . El detalle además de quedar contrastado por otras referencias, también está reflejando la necesidad de justificar una estructura que se salía claramente de los límites determinados para una Orden religiosa, que tenía puesto un acento singular en la pobreza. Algunos años más tarde, el gobernador de Cumaná, D. José Diguja y Villagó- mez, que visitó personalmente la misión en 1761, certificará que dicho cuerpo de misiones tiene un hato de ganado vacuno, que, según los rodeos, juzgo prudencialmente constará de catorce a dieciséis mil reses, inclusas las levantadas, y tiene los caballos necesarios para sus rodeos y correrías. Dicho hato sirve para proveer a todos los indios de cuanta carne necesitan, tanto fresca como salada, especialmente de esta última, y es el grande arbitrio con que se fomentaron las misiones en los 37 años que tienen de su fundación, y confiamos se aumenten grandemente 91 . En razón de un conflicto en torno a la ganadería de la misión, el prefecto explica la razón e importancia de la misma para el sostenimiento de la misión: Este hato que con tantos afanes y trabajos se fundó en estas misiones, ha sido el único consuelo y recurso no solo para la fundación de tantos pueblos, reducción de tantos indios y consistencia de ellos y de los misioneros, sino también de las reales fábricas, tanto de la antigua como de la nueva Guayana, como por los auténticos testimonios que paran en nuestro archivo, se puede probar. En atención de esto, se ha siempre tenido grande cuidado en la conservación de este hato, procurando no extraer res alguna fuera de la provincia; no matar vacas, terneros ni terneras sin gravísima necesidad. Con esta economía se había grandemente aumentado y con- servado, y se habían podido atender a las urgencias del real servicio… 92 . 90 Ibidem , 351. 91 Certificación del P. Prefecto Fidel de Sautó sobre los religiosos existentes en la misión, bienes de comunidad y limosna asignada por el rey (Suay, 20 febrero 1761) . AGI, Caracas , 202. Tomado de: Buenaventura de Carrocera, Misión de los Capuchinos en Guayana , t. II, 18, doc. 134. Se trata de los «Autos» de la visita de Diguja. 92 Carta del Prefecto fray Buenaventura de San Celonio al Capitán general de Venezuela sobre el hato de lamisión (Caroní, 28 julio 1789) . AGI, Caracas , 352. Tomado de: Ibidem , t. III, 48, doc. 254.

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