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UN MODELO DE ECONOMÍA SOSTENIBLE 115 Lo único que parece que los misioneros no utilizaron para generar un beneficio o intercambio era el aguardiente, fruto del destilado de la caña, que era disfrutado exclusivamente para las misiones. Es cierto que el consumo debía ser alto, ya que los indígenas recibían la cantidad necesaria para la celebración de sus fiestas, pero es tam- bién factible que una porción oficiosamente pasara al mercado, pudiendo ser utilizado para comprar otros productos, aunque las autoridades civiles no lo permitieran. Además de lo que los misioneros recibían como limosna de la misa, el beneficio que obtenía cada uno para su propio sustento —en el pueblo en el que residía— consistía en “arroz, maíz, tabaco, pollería y algún casabe” 88 . Con todo, se trataba de cosechas exclusivamente para cubrir las necesidades, sin afán de mayores beneficios. Así lo refiere Alvarado en relación al arroz y maíz, en lo que también tenía su parte de dificultad lo duro de la tierra, particularmente de las poblaciones “tierra adentro”. También el tabaco era para su propio consumo, realidad que estará muy extendida entre los misioneros, que incluso contrastaría con los ideales de austeridad de una vida como la capuchina. Por su parte, las gallinas les aseguraban huevos para su pro- pio consumo, así como carne en caso de enfermedad. Incluso, en algunas ocasiones también, estas eran vendidas en Guayana. Aunque parece que en el momento en que Alvarado está haciendo su informe ya había decaído significativamente, hace también referencia a la confección de ha- macas, que era un trabajo frecuente. Él considerará que tenía un coste muy elevado, aunque no podemos perder de vista que él hace su valoración desde una mentalidad productiva y de rentabilidad económica. Al igual que los misioneros cuidaban del cultivo que servía para su subsistencia, como acabamos de señalar, se preocupaban también de que cada familia tuviera su propia tierra de cultivo, en la que cosechaban tabaco, arroz, maíz, yuca… Alvarado habla de que tienen sus pequeñas granjerías para proveerse de guayucos, onoto y cuentas, y así cogen de sus labranzas algún casabe y maíz, si bien, como son tan glotones y no miran por el día siguiente, se lo comen y beben en chicha; pero el que no tuvo este destino, lo venden a los blancos que vienen de Guayana a comerciar con ellos 89 . También aquí la mirada ilustrada de Alvarado nos amplía el horizonte, puesto que los misioneros estaban introduciendo a los indígenas en la organización de la compra y venta de productos, obteniendo unos beneficios que ayudaban a su subsis- tencia. Por su parte, la manteca de tortuga era otro elemento que ayudaba a la eco- 88 Ibidem , 348. 89 Ibidem , 349.

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