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UN MODELO DE ECONOMÍA SOSTENIBLE 87 La primera expedición se embarcó el 2 de julio de 1687, llegando a Puerto España (Trinidad) el 25 de agosto. Su primera preocupación fue el reconocimiento de la isla, con la intención de encontrar los espacios más adecuados para la creación de los pueblos de misión. Su acción se dirigió casi exclusivamente a la parte sur de la isla, donde se encontraban los indios naparimas, grupo bastante reducido pero que los misioneros describen como rebeldes e indisciplinados 4 . El resultado fue positivo, pues para finales de ese año ya tenían fundadas tres poblaciones. En los años sucesivos establecerían otras cinco, algunas de las cuales no lograrían subsistir. Dada la buena voluntad de los indios, para 1707, ya se consideraban todos —unos mil— cristianos y debidamente instruidos 5 . Será este el motivo por el cual, el gobernador de la isla expondrá al rey que puedan ser entregados los pueblos de Naparima o Guairia, Sabana Grande, Sabaneta y Monserrat al obispo, de tal suerte que pasaran ya de pueblos de misión a doctrinas. La contestación del soberano no se hizo esperar, señalando que el obispo se hiciese cargo de dichos pueblos y que pusiese en ellos clero secular 6 . Con todo, las gestiones para el traspaso se fueron demorando por parte de los religiosos, hasta que el gobernador y el obispo decidieron que dos de ellos pasaran a pueblos de doctrina. Los misioneros quedaban así desligados y, aunque continuaron desempeñando sus funciones un año más, el 1 de febrero de 1714 abandonaban la isla. En aquel lugar habían cumplido los compromisos adquiridos, elaborando también un catecismo en lengua taparima, una gramática y, según testimonios del mismo gobernador, habían incluso escrito algunos “cartapacios para el confesonario, predicación y doctrina” 7 . las fuentes que se conservan sobre la misión, Idem, Principales fuentes documentales para el estudio de la Misión capuchina de Trinidad y Guayana , en Memoria Ecclesiae 5 (1994) 299-305 . 4 No cabe duda de que, estas cuestiones, suponen una mirada más atenta y preocupada tam- bién por las costumbres y mentalidades, algo que para los misioneros no debió resultar fácil de captar, al menos en un primer momento. Así se deja ver en los diversos memoriales, a lo largo de toda la vida de la misión. 5 El detalle resulta interesante, particularmente teniendo en cuenta que se habla de los ca- ribes y naparimas como de pueblos rebeldes. Cf. Fray Tomás de Barcelona en carta a su provin- cial (Misión de la Purísima Concepción, 28 junio 1693) . Biblioteca Universitaria de Barcelona [= BUB], Relación de la misión apostólica , ms. 142. Cf. Buenaventura de Carrocera, Misión de los capuchinos en Guayana , t. I, 130, doc. 23. 6 No se puede obviar la importancia de esta cuestión, a lo largo de toda la presencia hispana en las Indias Occidentales. De facto, suponía, por parte de la corona, la obtención ya de impuestos también de los indios. 7 Carta del gobernador de Trinidad, D. Bartolomé de Aldunate, al rey (Trinidad, 18 abril 1732). Tomado de: Froilán de Rionegro, Relaciones de las misiones de los PP. Capuchinos en las

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