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UN MODELO DE ECONOMÍA SOSTENIBLE 113 en un territorio donde la vida era tan dura. En este sentido, los mismos misioneros hacen notar que ellos procuran matar lo justo, de tal suerte que no se pusiera en ries- go su medio de subsistencia. El detalle resulta de interés, ya que pone de manifiesto que se trataba de una producción ajustada a las necesidades básicas, no tanto en un afán de producción económica, aunque no se puede ocultar el alto enriquecimiento institucional. Así se lograba una economía modélica y sostenible. El cambio que suponía esta política era significativo, pues se trataba de que los indios pasaran de ser cazadores y recolectores a ganaderos. Como ha afirmado Luis Ugalde, no era un simple “cambio dentro del horizonte de su cultura tradicional, sino un cambio enorme que significa la internacionalización de nuevos horizontes culturales que condicionan y modelan todos los aspectos de su vida que van desde la cosmovisión hasta los hábitos de comida y de vivienda” 80 ; algo que, por otra parte, no resultaba tan fácil puesto que las categorías de los indios eran diametralmente diversas, así como sus intereses. De ahí que parte de la “civilización” se llevase a cabo mediante la asimilación y cercanía al día a día del misionero 81 . El aprovechamiento atento del ganado, por otra parte, les proporcionaba tam- bién “las granjerías de quesos, jabón, sebo, manteca, o sea grasa, como también los cueros” 82 que, una vez habían cubierto todas sus necesidades, el sobrante era también puesto a la venta. Aunque Alvarado indica que eran pequeñas cantidades, es cierto que esto se repetía en el hato de la Divina Pastora y también en los de los diversos pueblos, por lo que, al funcionar en una economía centralizada, nuevamente se veían sus beneficios inmediatos, recuperando así la caja común unos ingresos necesarios para futuras operaciones. Al mismo tiempo, para la gestión de la ganadería y las necesidades de los misio- neros, se coordinó la compra de caballos y mulos, que se ubicó en un lugar “que lla- man de la yegüera con caballos y burros hechores, que dista cinco leguas del hato…” 83 . Se organizó una estructura autónoma respecto al hato de la Divina Pastora, con la intención de que facilitara el funcionamiento, pero también un control concreto. En él trabajaba “un mayordomo, sotomayordomo y seis vaqueros” 84 y, a diferencia del hato, allí no había un religioso de manera estable. Hay que poner de manifiesto cómo allí no existía ni se estaba fundando un pueblo de misión, sino que era simplemente 80 L. Ugalde, Mentalidad económica , 62. 81 Cf. Método que observan los PP. Capuchinos catalanes para el gobierno , 312. 82 Eugenio de Alvarado, Modo religioso y económico de vivir los padres , 346. 83 Ibidem , 344. 84 Ibidem , 345.

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