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MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 110 vino para las misas, sal y otras cosas” 67 . Además, esto debía ser completado con la compra de aquello que fuera necesario para mantener la autogestión “hachas, cuchi- llos, machetes y demás recates”, que servían para pagar a los indios el salario por su trabajo, pero haciéndolo por medio de productos necesarios, a los que ellos tenían difícil acceso y por los que podían ser fácilmente engañados 68 . En este sentido, Alva- rado hace notar cómo los misioneros “practican la admirable costumbre de convertir en beneficio de los indios de su pueblo aquel jornal que, según arancel, devengaron trabajando en la labranza del común y demás granjerías del padre” 69 . En relación a la cantidad que habían de percibir para su manutención de la Pro- vincia de Caracas, dado que la de Trinidad no contaba con los recursos necesarios, Alvarado afirma que “supuesto que es muy mal cobrada la real asignación de 150 pe- sos que los padres tienen en la provincia de Caracas por cada religioso, sale de las an- tecedentes granjerías del común todo el gasto que hace esta comunidad en el número hoy de 22 individuos” 70 . Esto lo había explicitado el mismo fray Jaime de Puigcerdá, quien da cuenta de que “los gastos que han sido precisos para dar alguna retribución a los trabajadores y mayordomos seculares, que los gobiernan en lo tocante al manejo del hato, se han sacado, como todos los demás, de la mesa común de la misión” 71 . Por lo mismo, la preocupación de los misioneros —en ningún momento— consistió en enriquecerse o ampliar un patrimonio, sino que su intención era cubrir las necesi- dades de la misión. Así se explica que, en relación a los gastos de los religiosos, que salían de la caja común, estaba “el vino para celebrar y socorrerse en las enfermedades, el aceite de Castilla, los adornos de la iglesia, paños y estameñas para hábitos, cacao y libros de que se proveen en común, han de venir o de Europa o de los asignados puer- tos de América” 72 . Pero esto parece que no era suficiente por lo que había de gastar 67 Eugenio de Alvarado, Modo religioso y económico de vivir los padres , 342. 68 A esto se refiere Romano cuando identifica las formas principales de repartimiento, don- de la venta de productos a crédito contra pago en dinero y “compra de futuro” de productos locales con pago anticipado de dinero, así como el trueque eran formas habituales, en las que siempre salía perjudicado el indio. Cf. R. Romano, Mecanismo y elementos del sistema económico colonial americano …, 234. 69 Eugenio de Alvarado, Modo religioso y económico de vivir los padres , 343. 70 Ibidem , 350. 71 Noticia del origen del hato establecido por los misioneros capuchinos en Guayana, dada por el P. Jaime de Puigcerdà (1773). Archivo de la Corona de Aragón (Barcelona) [= ACA], Fondos Monacales. Universidad, 56, t. 2º, ms., ff. 235s. Tomado de: Buenaventura de Carrocera, Misión de los Capuchinos en Guayana , t. I, 231, doc. 65. 72 Eugenio de Alvarado, Modo religioso y económico de vivir los padres , 350.

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