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MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 100 manencia en los conventos y misiones de la América jamás hemos experimentado señal alguna de intolerancia 38 . La realidad era que los misioneros, en medio de un duro e intenso trabajo, tam- bién encontraban el tiempo oportuno y necesario para dedicarse a otras preocupa- ciones personales, y acordes con la formación, sensibilidad y gusto de cada uno, culti- vando así desde el estudio de la geografía a otras ciencias, fundamentalmente empíri- cas o de observación 39 . Otro ejemplo de estas amplias preocupaciones nos lo ofrece el jesuita José Gumilla, cuando afirma que fray Benito de Moya le había informado de unas hierbas que las indígenas utilizaban, después del primer parto, para no quedarse embarazadas 40 . No hay duda que la botánica concitaba una gran atención, logrando incluso interesantes descubrimientos como el descrito por Humboldt: “De todas las producciones vegetales de estas comarcas, aquella a la cual ha dado mayor celebridad la industria de los capuchinos, es el árbol que suministra el cortex Angosturae y que es designado falsamente con el nombre de quina del Caroní” 41 . Ciertamente debía de tratarse de algo ya bien estudiado y conocido por los misioneros, que incluso los distribuyen en sus entornos: Los frailes catalanes preparan un extracto del cortex Angosturae que mandan a los con- ventos de su provincia y que merecería ser más conocido en el Norte de Europa…Como el árbol que da el verdadero cortex Angosturae no se consigue en gran abundancia, es de desear que se hagan plantaciones de él. Los religiosos catalanes están muy indicados para extender este género de cultivo. Son más económicos, más industriosos y más ac- tivos que los otros misioneros. Ya han establecido tenerías e hilanderías de algodón en algunos pueblos y se hacen desde ahora disfrutar a los indios del fruto de sus trabajos encontrarán grandes recursos en la población indígena 42 . 38 A. von Humboldt, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente , t. II, 87. 39 Hay que tener en cuenta que, en las últimas décadas, la historiografía ha puesto de ma- nifiesto que la ilustración no ha de ser entendida de una manera monolítica y universal, sino que lejos de ser algo compacto, tiene múltiples y variadas concreciones. Y, entre los aspectos más so- bresalientes se encuentra la relación de ésta con la economía política. Véase, al respecto, Danie- la Bleichmar, A Visible and Useful Empire: Visual Culture and Colonial Natural History in the Eighteenth-century Spanish World , en Science in the Spanish and Portuguese Empires (1500-1800) , edited by Daniela Bleichmar − Paula De Vos – KristinHuffine −Kevin Sheehan, Standford 2008, 290-310; Gabriel Paquette, Enlightenment, Governance, and Reform in Spain and its Empire, 1759-1808 , New York 2008, 56-92. 40 Cf. J. Gumilla, Historia natural… , 410. 41 A. von Humboldt, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente , t. IV, 528. 42 Ibidem , 529-530.

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