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MIGUEL ANXO PENA GONZÁLEZ 96 Los caribes tenían en sobresalto toda la región, actuando como verdaderos mercenarios de los holandeses, cuya fachada, la Compañía de Esequivo, con fines únicamente eco- nómicos, les compraba sus prisioneros para la producción agrícola, llegando a marcarlos como el ganado para impedir su fuga. Las reducciones constituyeron entonces la única alternativa viable que permitiera la supervivencia física de naciones enteras 26 . El detalle, como tantos otros dentro de su brevedad, nos está poniendo de re- lieve también el sentido práctico que va a caracterizar a los misioneros capuchinos en general, pero que posiblemente tiene mayor importancia cuando se refiere a los catalanes. El mismo Humboldt, cuando describe las misiones del Caroní, recuerda haber oído contar que secuestraban a niños y los vendían como esclavos 27 , lo que tendría también su continuidad en el bajo Orinoco. Con todo, el naturalista parece intuir que se trataba también de un recurso justificativo: “Las misiones del Caroní y del Orinoco atribuyen todo el mal que les infieren los Caribes independientes, al odio de sus vecinos, los predicadores calvinistas del Esquibo” 28 . Las así denominadas entradas , no cabe duda que eran también del interés de la corona, que pretendía asegurar y configurar un territorio, haciéndolo autónomo y sostenible. El poblamiento y la colonización necesitaba, de gente industriosa, que fuera organizando una estructura de la cual el Erario obtuviera unos réditos. En este sentido, el indio era visto como algo improductivo y, por lo mismo había que transformarlo en producción. Una población nómada no ofrecía ninguna garantía o beneficio, por lo que era necesario atraerlos a vivir en pueblos y, para ello, los mi- sioneros hablaban con los caciques, ofrecían unas tierras adecuadas y los medios para ir alcanzando una organización social, particularmente centrada en la agricultura, la ganadería y la pesca. Al mismo tiempo, se entendía que la vida social iba vinculada es- trechamente a unas creencias, por lo que lo más apropiado era mantener esa unidad. De esta manera, se lograba una sostenibilidad del territorio, lo que tenía que ver también con los límites jurisdiccionales y la organización concreta de los pueblos. Esto está indicando que los misioneros eran agentes al servicio de la corona, lo que no les impedirá también buscar la mayor autonomía posible. Para Donis Ríos es cla- 26 V. Serra, Tres segles de vida missionera , 118, nota 58. Tomado de: Giuseppe Zanotto, El régimen de misión de los capuchinos catalanes en la Guayana venezolana (1682-1817) , Valera 1993, 79. 27 Cf. AndreaWulf, La invención de la naturaleza. El Nuevo Mundo de Alexander von Hum- boldt , Barcelona 2016, 145. 28 A. von Humboldt, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente , t. IV, 528.

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