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No le eran ajenos los clásicos franceses y los ingleses que leía con avidez, anhelando poder tener las obras de Sha– kespeare en inglés para gustarlas. En carta a Santos Aní– baI, dice: "No obstante, y a manera de esparcimiento es– piritual he sacado de un viejo baúl algunas bue– nas comedias traducidas del francés, y el primer tomo de una edición de las obras del insigne Lean– dro Fernández de Moratín, hecha por la Real Aca– demia de la Historia. También me he solazado en el acabado y viril Discurso Histórico del poeta sobre los orígenes del teatro español, que a mi juicio es uno de los trabajos más importantes de Moratín después de sus obras teatrales; lo leí de un tirón, y me doy cuenta de lo útil que es un estudio de las obras de teatro, pues si hoy que apenas conozco la evolución del teatro español a través de los siglos, me deleito leyendo algunas de las comedias de Lope que afortunadamente tengo aquí, cómo gozaría leyendo a Shakespeare en su propia lengua". Reforma un concepto que en una de las cartas de un amigo encuentra, sobre Homero, y diserta en su contesta– ción sobre el "Héroe homérico" con una técnica que lo hace maestro en el arte de la interpretación de los clásicos anti– guos, ambientándolos en sus verdaderas circunstancias. 21.-Juzga de lVIacaulay sus ideas sobre Maquiavelo, figura que le era simpática, y no puede menos de disentir con el autor, a su pesar de que se cree menos capacitado que él para juzgar al héroe. Se nota una gran independen– cia en sus juicios, tanto literarios como históricos, y se creía con la suficiente inteligencia y el suficiente juicio para di– sentir del autor, fuera quien fuera, si no le convencían en sus afirmaciones, o no razonadas o falsamente argumenta– das. Para él, los autores no eran dioses inapelables, como lo son por desgracia para muchos de los que leemos. Sin confundir esto con la soberbia intelectual que achacan mu– chos de los que no tienen juicio, a estos hombres que se -80-

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