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creen tan capacitados para juzgar ideas escritas en letrns de molde, como los que escriben estas ideas en los libros. 22.-En 1917 se encuentra en Madrid, impedido de pa– sar a París a causa de la Guerra Europea. Después de haber visitado los principales- monumentos, y de haber asis– tido a las clases del gran Ramón y Cajal, a quien admiraba entusiastamente, no encuentra qué hacer. Entonces se re– fugia en su pequeño vicio de la lectura. En es'os meses aprovechó para empaparse de los autores modernos de la literatura española, y en conocer el carácter español, por quien tenía una admiración sin pareja entre todos los ca– racteres del mundo. Es verdad que su estilo en literatura a veces resulta algo enfermizo del romanticismo de la épo– ca, .a quien todos los contemporáneos tenían que rendir ne– cesariamente, pleitesía. Era el ambiente saturado, que no podía menos de influir en todas las almas y en todas las plumas. Nosotros, sin saberlo, tampoco nos libramos de este morboso "modernismo" que nos hará ridículos ante las generaciones venideras. ¿ Qué le vamos a hacer? La verdad es que cada uno es hijo de su tiempo. A pesar de todo esto, la literatura de HERNANDEZ, mirada sin prejuicios, es bella. No lo queremos exagerar. Pero hemos de confesar que al tomar sus obras en las manos, veníamos influídos por su personalidad científica y mística, y creímos encontrar algo sin valor literario, que se había alabado únicamente, como sucede en los grandes hombres, por un valor unilate– ral. Los grandes hombres, para muchos, son perfectos en todo, y se buscarán argumentos entre las brasas y las ceni– zas para hacer al general invicto un gran polígloto y hasta un artista, porque un día pronunció una frase de saludo en una lengua extranjera o hizo un juicio mediocre sobre nn lienzo ; o para hacer al santo un gran matemático porque en sus obras se encuentra una operación de multiplicar. No es éste el caso de HERNANDEZ. Sus obras están a la vista, y lo testifican. Tiene el estilo del médico, el conciso como una receta, para sus obras de medicinas ; el estilo florido y abundoso en imágenes, para sus obras literarias. -81-
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