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y vacas negras, en las palabras misteriosas rn11 que acompañan sus remedios, y en multitud tic supersticiones que revelan su atraso e ignoran– cia. En realidad, la clínica es por aquí bastante pobre; todo el mundo sufre de disentería, de asma. y uno que otro, de tuberculosis y reumatismo. Afortunadamente la obra de Pepper, que es mi libro de consulta, trae capítulos inmejorables so– bre esas y otras afecciones. La farmacia es tam– bién pésima en estos lugares, y está servida por un boticario que es sólo un aficionado, y quien cuando habla conmigo dice: "nosotros, los médi– cos", pues es igualmente aficionado a la medici– na, expresándose con un tecnicismo indigesto y estúpido, me contó que curaba la disentería ad– ministrándole al paciente cinco gramos de quini– na diarios, y como yo me asustase, trató de tran– quilizarme, y me invitó a que procediera de la misma forma, pues, en su opinión, la ipeca no da ningún resultado en esa enfermedad. Creo que es él quien no da resultado con sus menjurges ex– travagantes! Afortunadamente pienso no perder más tiempo por aquí, y me iré pronto para Va– lera". (d) 13.-Visto que en Valera iba a ser un poco difícil su estabilización a causa del caciquismo, y por haber ya "uno de los mozos que se graduó en Caracas", pensó en Boconó. "Tengo dispuesto hacer un pequeño paseo por todos estos lugares, y situarme en aquél que me parezca más adecuado a mi negocio. Tal vez sea en Boconó, que es el lugar en que hay más gente, y en el que todas las personas son más acomoda– das: además hay la circunstancia de que los :mé– dicos de allí, están ya viejos ... 14.-Pero se convenció de que era imposible luchar con la experiencia infausta y llena de recovecos de aquellos (d) Epistolario Dominici (cit. ant.). -77-

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