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gunas de ellas que se extraviaron, no cesaba de lamentarse, porque en ellas habría algo de interesante de la vida del amigo. Recordaba el tiempo en que se reunían a estudiar los dos juntos, y aquella costumbre le había hecho olvidar el estudio como función personal. "Yo ni siquiera tengo el placer, como antes, en estudiar, porque me falta mi compañero de es– tudios, y con nada puedo mitigar el dolor que me produce esa ausencia, no veo nada que llene el vacío que hay junto a mí. Dios, que da el mal, dará el remedio" (p) . En su interés por el amigo, procura evitarle todos los peligros, especialmente para su alma, tan querida. Después de repetirle varias veces que abandone una amistad perj u– dicial que se había acercado a él y le podía hacer mal, por fin, incomodado, y con algo de mordacidad en sus palabras, Je escribe: "Me parece inútil repetirte lo que tan– tas veces te he dicho respecto a la amistad de Ck., y debes desecharla por cuantos medios estén a tu alcance. Hay veces en que me parece que soy injusto con este mozo, pero después, cuando re– cuerdo su modo de ser, tengo que convenir en que no hay tal, y en que su amistad es sumamente perjudicial para todo el que no sea un necio. Las amistades son para que produzcan beneficio, o por lo menos deben ser .indiferentes, pero de nin– guna manera para que den malos resultados" (q). Con un fino rasgo humorístico, comenta la enfermedad de gota que quería entrarse en el cuerpo de Santos Aníbal. (p) Santos A. Dominici. Epistolario, págs. 45, 52. 60. (q) Santos A. Dominici. Epistolario. págs. 45, 52, 60. -67-

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