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estado enfermo. No sé si te habrá sucedido al– guna vez como a mí, pero cuando recibo una carta' de alguna persona que quiero, y en ella me dice que ha estado enferma, no vuelvo a gozar de tranquilidad hasta que no recibo otra carta" (m). Ya hemos apuntado en otra parte la idea que su ilusión, al ir, terminados sus estudios, a su tierra natal, era ejercer por una temporada nada más, su carrera de médico, y reu– nir el dinero suficiente para ir a Europa a perfeccionar sus estudios. Pero de ninguna manera lo pensaba hacer sin el amigo de su predilección. "Abrigo muy grandes esperanzas de que iremos a Europa, si Dios lo permite, para que luego que vengamos nos situemos ert el mismo lugar, para llenar de este modo nuestras ilusiones de estu– diantes ... " (n). El tiempo y la distancia no tienen que ver, en sus mor– deduras implacables, con la verdadera amistad. "Ya hace dos meses de nuestra separación; sólo me consuela y me anima la certeza que tengo de que contra nuestra amistad nada puede el tiempo; ni tampoco la distancia; sabemos recí– procamente todo lo que hacemos, como antes, con la sola diferencia de ser con algunos días de in– tervalo. Hay veces que pienso qué sería de nos– otros sin el inmenso placer de escribirnos y con– tarnos todo lo que sucede" (o) . En efecto, en las cartas de JOSE GREGORIO se hace notar que conservaba celosamente las cartas que recibía de su amigo, y que por no perder una, se las hacía numerar, para saber si alguna de ellas se había perdido; y sobre al- (m) Santos A. Dominici. Epistolario, pág. 42. (n) Santos A. Dominici. Epistolario, págs. 45, 52, 60. (o) Santos A. Dominici. Epistolario, págs. 45, 52, 60. -66-
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