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21. - Sin embargo era un hombre que escogía sus ín– timos, amigo siempre de lo selecto, entre las personas de· la más fina aristocracia del alma, y a quienes se confiaba en sus penas, rendido a la amistad, que para él era una pa– sión selecta también. Desde París escribía a su amiga, la · señorita Dolores Rodríguez de Miranda, cuando por enfer– medad tuvo que abandonar el Colegio Pío Latino de Roma donde pensaba hacer sus estudios de sacerdote, para que– éstos le abrieran otra vez las puertas de la amada Cartuja de Lucca: "Tuve el inefable consuelo de leer su encanta– dora carta. . . me ha producido una verdadera plenitud de paz, y ahora me entrego con más re– signación en las manos de Dios ... " (i) . Y en otra: "Recibí su finísima carta. . . he estado sabo-– reándola y no le podría decir bien cuanto me con– forta y anima en estos momentos en que necesito fortaleza para emprender d~ nuevo mi entrada en el mundo, que en esta ocasión abordo con la. seguridad de que será hasta el fin de mis días, pues mi salud tan minada no me permite hacerme la más ligera ilusión ... " (j) . Nada de galantería en sus amistades femeninas. Siem– pre la dignidad de un hombre consciente que sabe llegar a. las puertas del corazón, abrirlas y no equivocar la amistad sincera con el egoísmo de la pasión de algunos hombres que no saben querer a los demás, y que en sus amistades siempre se quieren a sí mismos de una manera velada pero no me-– nos sospechosa. (i) Carta a la señorita Dolores Rodríguez Miranda desde París. 27 de mayo de 1914. (j) Carta a la señorita Dolores Rodríguez Miranda desde París. 28 de julio de 1914. -64-

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