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aquel suceso. Por una temporada, el Doctor HERNANDEZ no les dirigió la palabra, ni volvió en su vida a hablar de este suceso. Así consta referido por el Doctor Razetti y el Doctor Acosta Ortíz, que se encontraron en aquella memorable escena, que no se les había de borrar en su vida. Contaba entonces JOSE GREGORIO veintitrés años. 7.-Cuando después estuvo en Madrid, asistió a algu– nas clases del Padre de la Histología moderna, Santiago Ramón y Cajal. Y nos manifiesta en sus cartas su admi– ración por este gran hombre de ciencia. "En Madrid oí las lecciones de Ramón y Cajal, que es un profesor extraordinario y todavía bastante joven, o mejor, no tan viejo, pues será como de unos sesenta años. Es poco para la fama mundial de que goza tan merecidamen-. te .... " (g) Nunca dejó esta afición por los estudios. Se podía decir de él que fué el eterno estudiante. Aprovechó su viaje a New York, para asistir a las clases como un discípulo. CAPITULO CUARTO EL HOMBRE 1.-La base de la personalidad de un santo se funda siempre en sus cualidades humanas, ya que Dios no obra nunca en contra de la naturaleza. Por eso admiramos en la Iglesia una tan rara floración, que a veces se nos repre– senta un jardín en el que al lado de la humilde y simpáti– ca violeta y del pensamiento triste y soñador, abre su gra- (g) Carta a su sobrino Benjamín Hernández, desde New York, t>ctubre 22, 1917. -52-

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