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largamente para beneficiar al mundo, en medio d(' nuestro buen amor a esa nación gloriosísima, pri– mogénita del Cristianismo, emblema de cultura, país clásico del ingenio y la gracia, de la co'rtesanía y del talento, de las más sugerentes emociones, y hasta de las prerrogativas de la santidad, nos em– peñamos a tomar, a copiarle mucho, muchísimo, de lo malo que impera en la minoría de su gente. Val– gan, entre otras cosas, los aires de incredulidad, de impiedad, y cuando menos de indiferencia, que en– venenaron en su origen a nuestras instituciones, y después peculiarmente los recintos del saber. Los jóvenes que iban a buscar luces en aquel emporio, tan· justamente apellidado cerebro del universo, vol– vían cambiados de redondo en su fe, con tinieblas en la mente, perdida la fijeza de sus principios; renegando de Dios, como si la acción y la Providen– cia suya, estuviese de más en las gestiones de la Ciencia, en el rodar de la vida, en el movimiento de la Historia. El librepensamiento y las teorías posi– tivistas vinieron a ser consignas del tiempo en la mesnada estudiantil, o más bien, moda petulante y alardosa que daba pábulo al orgullo y la vani– dad ... (a) El mismo Dr. HERNANDEZ, en carta a Dominici, dice: " ... a Doin ... , habiéndose conducido tan pésima– mente: esos franceses son así ; muy bien los pinta Bolet Peraza en aquellas cartas que traen sus im– presiones de viaje; puede ser que tú las hayas leído ... " (b) 2.-Varias veces había expresado su interés por perfeccionar ·sus estudios en Europa. Era una idea que le (a) Dr. J. M. Núñez Ponte. - "El Dr. José Gregorio Hernández". 2• Ed. Caracas 1944, p. 30. (b) Dr. Santos A. Dominici "Epistolario", pág. 54. Artes Gráficas. C111racas - 1944. -45-
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