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Dominici, donde se amaba a JOSE GREGORIO como a -otro hijo de la familia. Las floridas tarjetas de invitación, decían: "Al Doctor JOSE GREGORIO HERNANDEZ, en el día de su grado". Los temas que había defendido el Doctor HERNAN– DEZ, fueron: "La doctrina de Laennec, que asienta la uni– dad del tubérculo, es hoy una verdad probada, a pesar de la escuela de Virchow, que sostiene su dualidad". "La fie– bre tifoidea, típica, descrita por los autores, si acaso se presenta en Caracas, es muy excepcionalmente". Dos te– mas sobre enfermedades bacterianas, que desarrolló ma– gistralmente el que había de ser fundador de la Bacteriolo– gía en Venezuela. Tenía entonces 22 años. Estamos viendo en la figura del Doctor HERNANDEZ su faceta de estudiante. Por eso hacemos un alto en su vida, para verlo nuevamente asistiendo a las aulas, con mayor interés aún que en Caracas, en la ampliación de sus estudios en París. CAPITULO TERCERO EL ESTUDIANTE (París) 1.-Nunca sintió el Doctor HERNANDEZ mucha sim– patía, por católico, y quizá también por descendiente de noble alcurnia española, hacia Francia, o mejor dicho, ha– cia los franceses. El gusto imperante en aquel tiempo, el que se tomaba por "buen gusto" era el afrancesamiento en maneras y afi– ciones, y bastaba una manera francesa de presentación o despedida, para sentar cátedra de distinción y "politesse". El insigne historiógrafo Doctor J. M. Núñez Ponte, habla con su acostumbrado acierto, sobre este tema, crucial para la juventud contemporánea del Dr. HERNANDEZ: " ... Hemos sido afectos sobremanera por la Francia; sin embargo, con poseer ella elementos tan ricos y magníficos, con sacarlos de sí generosa y -44-

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