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J•:11to11ces no sentía ningún llamamiento especial de Dios, y debía comportarse como un hombre fino y elegante, que no gusta de quedar en ridículo ante los demás. Sin embar– go, era proverbial su pureza noble y varonil. .No quería para su vida la verdad de aquel axioma antiguo y verda– dero, contrastado por la experiencia: "Venus roba el en– tendimiento". El · quería su inteligencia clara y limpia para el estudio, y su cuerpo y su corazón fieles a las ense– ñanzas de su virtuosa madre, y a las últimas recomenda– ciones de su santo padre y de su director de conciencia. Por aquel tiempo lo era el virtuoso Presbítero Juan Bautista Castro, Rector de la Santa Capilla, futuro Ar– zobispo de Caracas. El le consoló con sus visitas en la enfermedad, le administró los Santos Sacramentos cuan– do se creyó inminente su muerte, y preparó su alma para el gran viaje para el cual no tenía todavía reservado su pasaporte del cielo. El alma de JOSE GREGORIO y de su Director se compenetraban y se confundían, y él fué siempre su mejor amigo. 16.-Ya la caridad era para entonces en JOSE GRE– GORIO el adorno más valioso de su personalidad. No con– sentía que delante de él se hablara mal de nadie, y cierto día encontró a un sacerdote en la calle, cuando iba a con– sultar con su Director de conciencia. Aprovechó la oca– sión para decirle que iba a consultar si sería pecado haber escuchado una conversación contra la caridad debida a nuestro prójimo, aún no habiendo sido ésta provocada por él mismo. El sacerdote lo tranquilizó, y así no fué nece– saria su consulta con el Director. Sabía que, según la idea de San Juan, aquél que dice amar a Dios y no ama a su hermano, es un embustero. 17.-Durante casi cuatro años de estudio, la amistad de Dominici, fué para él la joya más valiosa que podía haber encontrado. No se separaban sino las horas indis– pensables. La mayor parte del tiempo lo pasaban los dos jóvenes en la biblioteca bien provista del señor padre de Santos Aníbal, abundante en obras de derecho, medicina y de literatura. Ambos estaban poseídos por la citada -42-