BCCCAP00000000000000000000964

Eran los aires franceses, con su enciclopedismo de mal gusto. Francia era entonces la cabeza del mundo, pero,. . . desgraciadamente le faltaba la sustancia gris de la ciencia verdadera. JOSE GREGORIO había marcado para su vida un sendero rectilíneo que no le harían cambiar ni las chan– zas de los amigos ni los dicterios de los profesores engreí– dos. El se encargaba de demostrar a todos que la Religión sublima la vida, porque es la escuela del deber y de la ver– dadera nobleza; que las ideas religiosas, lejos de estar en pugna con las verdades científicas, las corroboran. 12.-En el tercer año de sus estudios de Medicina, se encontró con un jovencito que daba su nombre en•la Fa– cultad, y que había de ser en su vida una amistad plena y consoladora. Se llamaba Santos A. Dominici, hijo de uno de los profesores de Derecho, que desempeñaba el cargo de Rector cuando JOSE GREGORIO recibió el grado de· Doctor. -"Vamos a estudiar juntos ... " El sentido de estas sencillas palabras fué el lazo para una amistad íntima y fiel. 13.-Ya para entonces JOSE GREGORIO había aban– donado, con mucha tristeza, los corredores amados del Co– legio Villegas, para estar más libre en la continuación de sus estudios, y vivía en una. casa de familia. Allí, y en el tercer año de medicina, le sorprendió una enfermedad que lo llevó a las puertas de la eternidad. Se le declaró el tifus, y se temió por su organismo, trabajado por las vigilias de estudio, y por el trabajo incesante por aquélla que Domi– nici apellida en él "la libídine del saber" que se le había apoderado en el estudio de la Medicina. El índice del apre– cio en que se le tenía en la Universidad lo da el que tres de los catedráticos, los Doctores José Manuel de los Ríos, An– tonio José Villegas y Guillermo Morales se impusieran la obligación de visitarlo dos veces por día, a fin de arreba– tar a la muerte aquella vida •tan amable para todos y tan prometedora para los destinos de la Patria Joven. Sus con- -40-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz