BCCCAP00000000000000000000964

Este cargo lo desempeñó mientras duró su permanencia <'ll el Colegio. Nos refiere el ilustrado Doctor Juan de Dios Villcgas Ruiz, su compañero de Colegio, que cierto día JOSE GRE– GORIO se vió precisado a castigar por falta de discipliua a uno que era más fuerte que él. El castigado se calló por el momento, pero lo aguq.rdó en la calle, y con amenazas le intimó a que suspendiera el castigo. JOSE GREGORIO lo oía impasible y sonriendo. Ante la negativa rotunda <le levantarle el castigo, y mucho menos por miedo, el alumno se abalanzó sobre él. Entonces, JOSE GREGORIO, sin in– mutarse, seguro de la fuerza de sus puños, y ante la espce– tación de los demás alumnos, que creían que se doblegaría ante las amenazas, y mucho más ante los hechos, se aba– lanzó sobre el cuello del agresivo alumno, y tras breve forcejeo, lo derribó al suelo. Cuando lo vió vencido, no se ensañó con él, a pesar de los golpes tan injustamente reci– bidos. Se levantó, se arregló sus vestidos, y lo dejó mar- , char avergonzado. Pero de ninguna manera doblegó su voluntad. Todos los alumnos quedaron edificados y sor– prendidos por su fuerza de voluntad, al mismo tiempo que lo respetaban, no ya sólo por su bondad y su amabilidad, sino también por su superioridad física. El Doctor Juan de Dios Villegas Ruiz nos habla así del tiempo de Colegio de JOSE GREGORIO: "Aquí conocí yo a Hernández, en diciembre de aquel año 1878, y cómo me impresionó él, niño tam– bién, cuando lo ví por primera vez en el Colegio, donde había Jlegado unos meses antes que yo, de las queridas montañas trujillanas. . . . Hernández me cautivó desde entonces, y para siempre, con las ca– riñosas atenciones que, con tacto muy exquisito, se dignaba prodigarme, para distraerme un tanto de aquella terrible nostalgia que al recuerdo de mi ma– dre me inundaba el corazón; atenciones que inicia– ron nuestra amistad de adolescentes, que iba a du– rar hasta la tumba, siempre igual, siempre respe- -35-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz