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1. 1 . ,, 1, .a sus hijitos, les juntaba las manos, y con ellos, saludaba a la Señora. Y les decía a sus hijos que estaban hablando ,con la mamá del cielo. Así fué brotando en sus almas el cariño fervoroso hacia la Virgen, sobre todo en su advoca– ción de Nuestra Señora de Las Mercedes, la devoción tra– dicional de la familia. 3.-En el estudio de las vidas de los grandes hombres, forma siempre un capítulo aparte, quizá el más interesante, por su influencia, el estudio de la madre. Los destinos de la Humanidad se forjan en los brazos de las madres, y de– penden muchas veces de las notas frágiles de una canción ,de cuna. Josefa Antonia Cisneros, noble también por su descen– dencia de la familia del Gran Cardenal de España, era la representación de la madre y la mujer cristiana, en cuyas haldas nunca faltaba la limosna del pan y en su corazón la limosna del cariño. Devota en la iglesia, digna en la calle, .Y amorosa en el hogar, lo mismo se cuidaba de los orna- mentos de la iglesia que sus manos habían cosido delicada– mente, que de las ropitas de sus niños. Y más que de las ropitas, de sus almas, que ella había de formar con más primor que las casullas y las albas del templo. De ella había de decir JOSE GREGORIO, recor– ,dándola: "Mi madre, que me amaba, desde la cuna me enseñó la virtud, me crió en la cien– cia de Dios, y me puso por guía la santa caridad ... " Estas fueron las virtudes que dejó en herencia a sus "hijos. La ciencia, la virtud, y entre todas las virtudes, la ,santa caridad. ¿No es ésta la semilla de aquella caridad que había de ser el distintivo de aquel hombre que ante las miserias de la vida se emocionaba, y ponía al servicio de los pobres y los dolientes, sus manos y su cerebro de científico, _y su corazón de hombre cristiano? Dotada de belleza en lo físico, su rostro ovalado y per– :fecto, no era más que un reflejo de su alma exquisita. No -25-

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