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la traslación de la Universidad a la Catedral y al Cemen– terio. Solamente se puede vislumbrar por las fotografías que acompañan este capítulo. Todos los que recuerdan aquel día de luto nacional, con– vienen en reconocer que no ha habido en toda Caracas nin– guna manifestación en la que tan espontáneamente se haya desbordado el público en entusiasmo, fervor y lágrimas, como en el entierro del Dr. HERNANDEZ. El Ejecutivo Federal por órgano del Ministerio de Instrucción Pública dispuso duelo para las Facultades de Estudios Superiores en todo el país. En la invitación del Gobierno para asistir al funeral, se encuentran las firmas, entre otras destacadas, del General Juan V.. Gómez, del General Ignacio Andrade, del General Antonio Pimentel, etc., y en las invitaciones de la Universidad, las de todos sus compañeros de profesión y de sus amigos, entre ellos Dominice y Razetti. Hubo tam– bién invitaciones por parte de las Facultades de Estudios Superiores de Caracas, de la Sociedad Médica, de la Aca– demia Nacional de la Historia, de la Inspectoría General de Hospitales, de la Academia Nacional de Medicina, del Gremio Médico de Caracas, de la Academia Venezolana correspondiente de la Real Española, de la Academia de Ciencias Políticas, del Consejo Central de Estudiantes de Venezuela. . . etc. . . Casi no hubo gremio ni asociación de Caracas que no se uniera al dolor nacional por la muerte del Dr. HERNANDEZ. Muestra del cariño que se le pro– fesaba, y de que la Nación se daba cuenta por medio de 8US órganos, de lo que perdía aquel desgraciado 29 de junio de 1919. ¡ Pero en realidad nada se había perdido. El será sicmprc una gloria perenne para la Madre Patria, después dc muerto, lo mismo que lo fué en vida. 12.-Mejor que nosotros podrá darnos una idea de lo quc fué aquel entierro el articulista de El Universal. Habla así: "El desfile comenzó desde el propio momento ck ser eolocada la unrn en el catafalco, respetuoso e interminable. Puede decirse que toda la ciu-

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