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rar su belleza. Me sentí como poseído de un verdadero éx– tasis producido por aquel esplendor, y hubiera deseado nunca más salir de ese recinto encantado, hasta que una voz me sacó de aquel arrobamiento, la cual descendiendo de lo alto exclamaba: "Oh hombre! admira el poder creador de que disponen los de tu raza! Pueden ellos transformar la fría piedra en un sér como éste que ves palpitante de vida, el cual representa el ideal perfecto de la belleza!" Pero sin dejarme oír más, la Aparición me obligó a continuar nuestra marcha. Corríamos sin descanso y pa– sábamos como una exhalación por los aires, absolutamente como si atravesáramos los continentes y los mares. Después :rne dijo de nuevo: "Mira enfrente de tí, no tienes tiempo que perder". Ví un caudaloso río azul de dormidas aguas sobre las cuales se habrían debido cantar las baladas antiguas. A su orilla izquierda estaba extendida amorosamente una gran ciudad, una ciudad antigua es verdad, pero tanto en los pasados como en los presentes tiempos, gloriosa y heroica. Como dominando la ciudad, se levantaba majestuoso el edi– ficio espléndido de la Catedral cuyos contornos se dibujaban maravillosamente en las aguas del río. En la fachada se levantaban dos altísimas torres rematadas en atrevidas agujas, y toda aquella construcción era una verdadera fili– grana de piedra, monumento acabado de belleza y ejem– plar perfecto del estilo ojival, el mayor invento arquitectó– nico de la inteligencia humana. Sobresalían en ella la po– tencia y la magnificencia ordenadas y armónicas, engendra– das por la artística disposición de las formas geométricas. Al entrar, oímos claramente los sagrados cánticos de la oración vespertina, los cuales produjeron honda conmoción dl todo mi sér. Traté de ver si la Aparición estaba a mi lado como an– h\s y nada pude distinguir. Hice un esfuerzo mayor para abrir los ojos y mirar a mi alrededor, y entonces fué cuando ◄ 'OlJl('C(~ a volver a la realidad. Tan luego como pude coordi– rut.r mis ideas, me puse a recordar lo que me había sucedido, y pronto comprendí que era todo aquello una simple visión

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