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VISION DE ARTE A mi respetado amigo el señor Pbro. y Dr. Rafael Lovera, Teniente Provisor y Pro-Vica– rio General del Azobispado. Tomé entonces la pluma y escribí con desencanto: Capí– tulo Segundo. El Arte. La tarde estaba cálida, tempestuosa y cargada de fluído eléctrico que obraba implacablemente sobre mis nervios, co– municándoles como unas corrientes no interrumpidas de malestar. Había tenido durante el día un trabajo fuerte y emocionante, y me sentía con un cansancio físico muy pro– nunciado. Traté de coordinar mis ideas para comenzar a escri– bir, confiando en que el movimiento producido por la com– posición intelectual, me haría olvidar el cansancio del cuerpo y los trastornos nerviosos de causa meteorológica. Vano intento! mis esfuerzos en este sentido fueron inútiles; por el contrario, lejos de armonizar las ideas se me empezaron a confundir lamentablemente. A mi alrededor los objetos tomaban formas fantásticas, moviéndose caprichosamente y agitándose en un baile siniestro y lúgubre. En particular un ramo de viejas flores que estaba olvidado sobre la mesa en que me había puesto a escribir, me producía la ilusión de que estaba haciendo toda suerte de contorsiones; se in– clinaba a la derecha y a la izquierda con cierto aire de burla, y por último, creí verlo que se doblaba más profundamente como si me hiciera una cortesía, hasta que tomando vuelo se desprendió de la mesa y fué a colocarse sobre la puerta entreabierta de la habitación. Puras ilusiones visuales! En medio de las tinieblas que cada vez más ofuscaban mi mente, pude pensar que todo lo que me acontecía eran obras de mi imaginación cansada y estropeada por el tra– bajo de aquel día y por la enorme tensión eléctrica de la atmósfera. Comprendí también que en vano trataría de luchar contra ese estado de cosas y decidí someterme a la fatalidad. Un ruido sordo, como de un trueno lejano que me pareció oír, acabó de ofuscarme y de hacerme perder el sentido de la realidad. -227-

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