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decir, que sólo los huesos tenía; ya digo que estar ansí me duró más de ocho meses: el estar tullida, aunque iba mejo– rando, casi tres años". Después se puso buena por completo quedando única– mente sujeta a tener palpitaciones, que ella, como dice en una de sus cartas, se curaba con agua de azahares. De todo ello podemos deducir que la Santa en su pri– mera juventud sufrió de una enfermedad aguda que con las secuelas le duró cuatro años, después de la cual tuvo una salud perfecta y cabal, tanto que pudo emplear toda su vida en el trabajo de las fundaciones y de la dirección de una Orden extendida en toda la Península. Esta enfermedad consistió en un dolor violento en la región torácica y precordial, seguido al poco tiempo de dolores generales en todo el cuerpo con fiebre alta y que p·aró en un ataque cerebral con convulsiones; después, 6gi– dez articular y muscular que la tuvo tullida durante tres años; al fín, vuelta a la salud con palpitaciones y algunas veces vómitos. Con esta sumaria descripción es ciertamente difícil cla– sificar su enfermedad poniéndola en el cuadro nosológico. Sin er:1bargo, para los que están acostumbrados al lenguaje de la Santa se aclaran un poco los síntomas y se puede, sin mucha violencia, asimilar su enfermedad al reumatismo articular agudo. Tomemos, si no, el admirable artículo Reumatismo, del Diccionario de Medicina y de Cirujía escrito por Georges llomolle. José G. Hernández.
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