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Los histéricos presentan cuando su enfermedad está bien caracterizada las grandes crisis con convulsiones y mo– vimientos pasionales de todo el cuerpo y los tan mal llama– dos éxtasis, durante los cuales permanecen largas horas y aun días en un estado semejante al sueño y en posiciones irregulares y grotescas; estado éste que alterna con las con– vulsiones y está acompañado de alucinaciones. Al salir del éxtasis el histérico se muestra en un estado de embruteci– miento y de imposibilidad de ninguna operación intelectuai. De estos tales éxtasis jamás estuvo afectado ninguno de los Santos místicos y tampoco Santa Teresa. Lo que se llama en Teología Mística éxtasis son estados de oración sobrenatural que ninguna semejanza tienen con el histeris– mo. ciencia, la obediencia, la modestia, la virginidad, la mortificación, el horror de la mentira, la santa pobreza; y todo ello sin ostentación, recatadamente y en la soledad. "A los cuarenta años fué agraciada con la oración sobrenatural, y entonces tuvo los éxtasis. Durante ellos nada de aparatoso; ni convulsiones, ni posiciones teatrales, ni estados tetánicos, ni alucina– ciones. "Los que tuvieron ocasión de verla en esos momentos, se sentían sobrecogidos de respeto y de admiración, al ver la serenidad y el embellecimiento de sus facciones, y el recogimiento y la modestia de toda su persona. "Al salir de sus éxtasis, la santa tomaba la pluma; y la que antes era tan ajena a toda literatura, ahora producía sus incompa– rables escritos, con los cuales se reveló al mundo maestra sin igual en Teología Mística, historiadora eminente, eximia poetisa; con una filosofía tan elevada y original como su teología; modelo en el arte del buen decir, llena de donaire y elegancia y con una gracia tan fina y espiritual, que, desde hace cuatrocientos años, forma las delicias de los que la leen; por cuyas excelsas dotes la Santa Iglesia Católica la ha aclamado Doctora Mística. "Los mismos fenómenos psicológicos, que bien podemos llamar antagónicos del histerismo, se encuentran en los otros Santos Místi– cos; en Santa Catalina de Sena, en San Juan de la Cruz, en San Henrique Suso, en Santa Gertrudis, en la Madre María de Agreda. Todos ellos son autores clásicos en sus respectivas lenguas, eminen– tes en todos los asuntos de que tratan, y han realizado grandes obras en bien de la humanidad, de las cuales muchas subsisten. "No existe, pues, ninguna identidad, ni siquiera la más leve en– tre los llamados éxtasis histéricos y los verdaderos éxtasis de los Santos, que consisten en un arrobamiento de las facultades intekc– tualcs, ¡;rnducido por la contemplación sobrenatural; el confundil'!os PS indicar dP una manera cierta que no se conoce suficientemente :i l.t>:1111n el,, loi, dos <•Htados".

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