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_rácter se revela en la elección hecha de una vez para siem– pre de la vida religiosa; porque la vida religiosa exige en quien la abraza y en ella persevera, la más completa abne– gación y la renuncia definitiva de todo lo que en la vida es grato y apetecible; en ese género de vida son indispensables todas las virtudes en grado no común en lo general, y para .alcanzar la verdadera santidad, la que demanda el honor de los altares, en grado heroico. Nuestra Santa las tuvo todas en ese grado y por ello su santidad resplandece en la Iglesia. Y entre todas las virtudes es sobresaliente en ella, precisamente la que es im– posible para el histérico: la sinceridad. La señal más cier– ta que se puede tener de la curación de un histérico es ese cambio moral que lo hace pasar de la disimulación y de la exageración a la sinceridad. En los escritos de Santa Te– resa brilla de tal manera esta virtud que encanta al lector y lo subyuga de una manera total. los cuales, al establecerse. definitivamente, acaban con la inteligencia dP] enfermo que cae por fin en el idiotismo. "Es cierto que los que sólo están ligeramente tocados por la neu– rnsis pueden ser personas discretas e inteligentes; pero los que llegan a la grande histeria y a su último estado del éxtasis, sufren una de– gPneración intelectual casi completa. "Los síntomas del éxtasis histérico son bien conocidos. Los en– f1•1·mos se encuentran inmóviles en un estado aparente de sueño, en po;;iciones más o menos forzadas; después entran en convulsiones de la totalidad del cuerpo, a las cuales sigue un estado tetánico inte– rrumpido por alucinaciones variadas. "!'asadas las crisis extáticas, el enfe1·mo se encuentra en un esta– do dt• profunda degradación mental, del cual sale lentamente y en– ln11c·c•s recobra aquel humor excéntrico y frívolo que ya hemos seña– lado. "Es una enfermedad de las personas jóvenes o a lo menos em– pit•za a presentar las primeras manifestaciones en la juventud. "Contemplemos ahora el grandioso espectáculo de la vida de los santos; y escojamos a Santa Te1·esa de Jesús corno el caso más con– vt•niPnte para este fín, porque es ella la que con más frecuencia ha sido <'alificac!a como enferma ele histerismo. "La Santa pasó su primera juventud entregada a las prácticas dt• la n•gla del Carmelo, sencillamente, sin que nada se notara en e:lla d,· t>xl.raordinario. "!>,. l'at·ácter apacible y firme; tan firme que pudo vivir vei11te 111·10:-;, dt• lrn, dil'z y ocho a los cuarenta, en la perfecta ejecución de loH pn•,·t•pto:-; dt• su regla; arna11tp dl' la vida oculta y silenciosa de 111 t·t·lda, t'll PIia prat'fit·,, t•n grado IH'roieo todas las virtudps: la ¡:a-

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